Capítulo 1: La Guerra Entre Amigos

Allí estaba yo, frente al puente que unía Daein y Crimea. Llevaba puesta la Careta de Piedra, por lo que nadie podría verme. Yo era conocida en todo el mundo como La Diosa de la Guerra, pero ni nombre real era Irina. Yo era una joven de 23 años, de pelo castaño y corto, mis ojos eran castaños también, medía 1,60, no era baja pero tampoco muy alta, lo justo para pasar desapercibida. Era blanca de piel y, según todos los hombres que me veían, la mujer más atractiva de todas. Mi vestimenta de trabajo era algo provocativa, estilo "Xena, la Princesa guerrera", pero era resistente. Era capaz de portar las Armas del Destino. No tenía amigos a no ser mis amigos los Lobos del Crepúsculo, los LDC como yo les llamaba; los Caballos del Alba, los CDA, las Águilas del Destino, las ADD, el bueno de Jin, mi querido y único amigo humano, el gran Jin Kazama y las Compañías de la Luz y la Oscuridad. Por lo demás yo era una mujer solitaria, nadie quería estar conmigo porque, según los sabios de aquellos tiempos, yo era una asesina sin escrúpulos, pero yo no era así, me gustaba mi trabajo pero yo mataba a la gente por orden de mis jefes, los cuales eran los "Creadores de todo" como decía la gente. Los "Creadores" eran Dioses Griegos, La Muerte y las Diosas creadoras de un hermoso mundo  llamado Hyrule.
Allí estaba yo, frente al puente entre Daein y Crimea, a mi izquierda estaba La Alianza Laguz, la cual estaba compuesta por Gallia y Phoenicis, países donde habitaban los Laguz; el ejército y la Caballería Real de Crimea y parte del ejército de Begnion. Y a mi derecha estaba el ejército de Daein, eran muy pocos en comparación con La Alianza Laguz, pero luchaban por la libertad de su país por lo que eran muy fuertes. El general de La Alianza Laguz era el gran Ike, el líder de los Mercenarios de Greil. Era alto y muy fuerte, tenía los ojos azul oscuro, eran realmente expresivos. Su pelo era azul también, pero algo más oscuro que sus ojos, tenía el pelo corto pero muy revuelto. La general del ejército de Daein era Micaiah, una joven muchacha. Formaba parte de La Brigada del Alba, pero, debido a su capacidad para prever el futuro, se vio envuelta en esta guerra. Era muy joven, tenía el pelo largo y blanco, sus ojos eran amarillentos y era muy buena persona. Los generales de ambos bandos se acercaron al medio del puente a parlamentar, pero había poco que decir. Para escuchar mejor lo que decían, decidí acercarme más, pero iba a ser difícil con todo el ejército tras ellos, así que abrí mis alas de elegida, la derecha era azul, la izquierda roja y la Trifuerza estaba dibujada en cada una, y me fui volando junto a ellos. Me senté en el borde del puente, justo donde Micaiah e Ike se habían parado a parlamentar. Ambos ejércitos se miraban con odio, pero lo más extraño era que incluso Sothe, el hermano mayor de Micaiah, miraba a Ike con odio, ellos habían luchado juntos en la Guerra del Rey loco 3 años atrás, por lo que eran amigos, pero las circunstancias hicieron que ambos amigos, La Brigada del Alba y Los Mercenarios de Greil, tuviesen que luchar unos contra otros. Estuvieron un rato mirándose hasta que Ike decidió hablar:

-Micaiah, os lo pediré de nuevo, marchaos ahora que no habéis sufrido bajas-dijo Ike.

-Lo siento general Ike, pero no voy a abandonar mi país, ruego que os retiréis-dijo Micaiah con toda serenidad.

-Eso no va a ser posible, lo lamento pero no queda más remedio que resolver esto con las espadas en la mano-dijo Ike con algo de decepción, se veía en su cara que no le hacia gracia tener que luchar contra sus viejos amigos, pero no tenía más opción.

-Que así sea, que gane el mejor-dijo Micaiah.

Ambos generales se dieron la mano y volvieron a sus puestos de combate. Decidí ir con Micaiah, algo me decía que tenía algo que decir, me puse a caminar junto a ella. "Menos mal que llevo la Careta de Piedra, sino ya me veía muerta" pensé para mí, Micaiah suspiró, noté algo de temor en su cuerpo, Sothe se acercó a ella.

-Tranquila hermana, saldremos de esta victoriosos-dijo Sothe para animar a su hermana.

-Sothe, tengo un muy mal presentimiento, desde que el Rey Pelleas ha enfermado todo va mal-dijo Micaiah

"Así que Pelleas está enfermo..." pensé. Pelleas era el hijo del Rey Ashnard, el antiguo rey de Daein, pero murió en la Guerra del Rey Loco, así que Pelleas ha heredado el trono de Daein, pero a Pelleas no se le daba nada bien gobernar.

-Venga hermana, ganaremos y Pelleas se pondrá bien, ya lo verás-dijo Sothe poniendo su brazo izquierdo sobre los hombros de Micaiah.

-¡No Sothe!-dijo Micaiah quitando el brazo de Sothe de sus hombros con brusquedad, Sothe la miró con algo de sorpresa. 

-¡Esto no se va a arreglar, tengo un muy mal presentimiento de que esta guerra será el principio de la destrucción de todo el mundo!-gritó Micaiah, incluso Ike la miró sorprendido

-Pero Micaiah...-dijo Sothe impactado por la reacción de su hermana

-¡No Sothe, se acabó, este es el principio del fin!-gritó Micaiah mal humorada, jamás pensé que la serenidad de Micaiah pudiese esfumarse de esa manera.

Micaiah salió medio corriendo a su puesto, defender el baluarte del puente, el resto de La Brigada del Alba se puso en sus puestos cerca de Micaiah y el ejército se puso en cabeza. Ike y los demás hicieron más o menos igual, lo único diferente era que el que se quedaba en el baluarte era Soren, el estratega de los Mercenarios, e Ike iba al campo de batalla. Miré bien su espada y vi que llevaba la Ragnell, con ella en las manos era prácticamente invencible. Decidí salir del puente, pues no me apetecía que nadie me hiriese, estaba de incógnito y si alguien me hería me descubrirían, así que no era plan. Al poco tiempo la batalla comenzó, los Laguz se transformaron en Bestia o Halcón y se lanzaron al ataque junto al resto del ejército. Daein hizo igual, lo único que no tenían eran Laguz, así que el combate estaba decidido incluso antes de que empezase. "Este va a ser el final de Daein" pensé, por orden de mis jefes no podía involucrarme en la batalla, yo solo estaba allí para vigilar si pasaba algo pero pasar ya estaba pasando, la guerra era entre dos amigos. A la hora más o menos de que la guerra comenzase, mitad del ejército de Daein había caído, la otra mitad estaba cerca de Micaiah para protegerla, pero la derrota era inminente, Daein iba a caer, ese era mi presentimiento.

Cuando Ike estuvo cara a cara con Sothe noté como sus corazones se encogían, luchar contra un viejo amigo no era agradable, de eso estaba segura. 

-Lo siento Sothe, pero debemos tomar Daein-dijo Ike.

-Ike, lamento comunicarte que no me voy a mover de aquí-dijo Sothe desenfundando su daga, la magnífica Kard.

-Entonces no hay más opción que luchar-dijo Ike poniéndose en posición de ataque.

Ambos se lanzaron el uno a por el otro, sus armas chocaron con la ira de dos enemigos, Sothe lo tenía más difícil, con una daga iba a ser muy complicado herir a Ike, este se defendía con la Ragnell, era prácticamente inexpugnable. Al poco rato de que estuviesen luchando Sothe cayó derrotado al suelo, estaba boca arriba y su daga estaba muy lejos de él, Ike se acercó a Sothe y extendió su mano

-Levántate, eras más fuerte hace 3 años-dijo Ike, Sothe cogió su mano, se puso de pie y con una voltereta hacia atrás cogió su daga.

Cuando iban a luchar de nuevo el puente comienza a temblar, ambos se miraron con algo de sorpresa, Micaiah se acercó corriendo a Sothe

-Micaiah, ¿qué ocurre?-preguntó Sothe algo preocupado

-No lo sé-dijo Micaiah, noté algo de miedo en el tono de su voz

-¿Es cosa tuya?-preguntó Sothe mirando a Ike, este negó con la cabeza

-¡Ike, Ike!-gritó la voz de alguien, miré al cielo y vi a Rafiel, un superviviente del extinto Clan Garza. Era alto y tenía un atractivo diferente al de Ike, era tierno y muy buena persona. Su pelo era rubio y muy largo, sus ojos eran verdes y mostraban mucha bondad, llevaba una túnica blanca y sus alas eran enormes y blancas, era como un ángel pero sin serlo.

-¿Qué ocurre Rafiel?-preguntó Ike algo preocupado, se veía que no esperaba que Rafiel apareciese por allí

-Los Dioses Oscuros...-dijo aterrizando, -¡se han escapado del Medallón Oscuro!-dijo.

Ike se puso pálido como la nieve y miró a Sothe.

-¡¿Cómo es eso posible?!-dijo Ike, estaba preocupado.

El Medallón Oscuro era como una prisión donde, hace muchos años, se encerraron a los Dioses Oscuros que amenazaban con conquistar el mundo, fueron mis jefes los que los encerraron, gastaron casi todo su poder y, fue entonces, cuando me eligieron y me dieron los poderes de La Diosa de la Guerra, desde ese momento me convertí en lo que era ahora, por aquel entonces solo tenía 10 años.

-Entonces los temblores...-dijo Sothe mirando a Micaiah

-¡Sothe, nos atacan por la retaguardia!-gritó Edward, otro miembro de La Brigada del Alba, era joven y algo inexperto, tenía el pelo castaño claro, corto y despeinado, sus ojos eran grisáceos y tenía cara de niño.

-¿¡Cómo que nos atacan por la retaguardia!?-gritó Micaiah, -¡¿Quién es?!-gritó.

-Es un hombre de pelo pelirrojo, tiene la piel verdosa y sus ojos son amarillos, da miedo-dijo Edward acercándose

-¿Quién puede ser?-preguntó Ike

-Se hacía llamar Ganondorf, se dice que es uno de los más sanguinarios Dioses encerrados en el Medallón-dijo Rafiel

-Vaya, veo que sabes mucho acerca de mí joven Garza-dijo una voz, miré tras de Ike y vi a Ganon, tenía su vieja espada en las manos, esta estaba manchada de sangre. Todos los que estábamos allí nos pusimos en guardia, yo incluida

-Creo que me voy a llevar vuestros cuerpos para hacer un ejército de muertos, así podré conquistar al fin Hyrule-dijo Ganon riendo

Volé hasta el borde del puente y me quedé en pie, saqué mi Arco del Héroe, cogí una flecha, la puse en el arco y tensé la cuerda del mismo, apuntando a mi objetivo.

-Arrow Lucis-dije, al segundo, la punta de la flecha se iluminó, la transformé en una flecha de Luz, las únicas flechas capaces de repeler el Mal. La lancé hacia Ganon y le di en el brazo derecho, soltó la espada y miró en dirección a mí, me quité la Careta de Piedra y Ganon casi se mea del susto.

-Cuanto tiempo Irina, ¿cómo tú por aquí?-dijo, salté del borde del puente y desenvainé mi espada, era una copia idéntica y de mismo poder de la Master Sword, la espada destructora del Mal.

-Vas bien armada como siempre-me dijo

-Será mejor que te marches-le dije secamente apuntándole con la Master Sword

-Creo que no-me dijo, este chascó los dedos y un Stalfos apareció con Mist en las manos

Mist era la hermana pequeña de Ike, era muy distinta a su hermano, tanto físicamente como de carácter. Ella era joven, tenía el pelo largo y castaño, sus ojos eran azul claro y su cara mostraba algo de inocencia. Ike dio un paso al frente casi sin darse cuenta, desde que perdió a su padre protegía mucho a su hermana, pues era la única familia que le quedaba. El Stalfos entregó a Mist a Ganon y este cogió su arma y la apuntó al cuello, el filo de la espada rozaba la piel de Mist. Ike se adelantó y se puso a mi lado, se veía que no me había visto pues todos los demás se alejaron de mí por miedo.

-Suéltala-dijo Ike

-Creo que no joven guerrero, tal vez si hacemos un intercambio...-dijo Ganon, algo me decía que iba a pasar algo malo

-¿Qué clase de intercambio?-preguntó Ike

-Envaina tu arma si me haces el favor-dijo Ganon, Ike pareció dudar pero Mist era lo primero para él, Ike obedeció

-Si la suelto, quiero a tu amigo el estratega-dijo Ganon

-Soren es muy importante en nuestro grupo, no puedo...-dijo Ike, pero Ganon no le dejó terminar, apretó la espada contra el cuello de Mist y la hizo un pequeño corte. Mist estaba asustada, su respiración era acelerada y noté como su corazón se encogía del miedo

-Ike...-dijo Mist, sentí cómo el corazón de Ike se encogía de dolor y miedo

-Ve por Soren-le dijo Ike a Rafiel

-Pero Ike...-dijo él

-¡Que vayas!-gritó Ike, Rafiel salió volando y al rato vino con Soren

-Soren, lo siento pero mi hermana es más importante-dijo Ike cabizbajo

-Entiendo Ike, no pasa nada-dijo Soren. Este era muy joven pero era el mejor estratega del mundo, tenía el pelo negro, largo y atado en tres coletas, las cuales nacían a la altura de su cuello, sus ojos eran rojizos y su cara mostraba serenidad. Soren se acercó a Ganon pero le corté el paso con la espada, Soren me miró y se sorprendió

-Irina no te metas-me dijo Ganon apretando su espada contra Mist

-Rigentes-dije elevando la mano derecha, Ganon me miró con miedo pero no pudo reaccionar a tiempo, le congelé de arriba a bajo, me acerqué a ambos y pude liberar a Mist, esta salió corriendo junto a Ike, ambos se abrazaron

-Ike...-dijo ella llorando

-Tranquila Mist, ya estás a salvo-dijo Ike acariciando su pelo. Cuando terminaron todos los allí presentes me miraron, algunos se pusieron frente a otros, supuse que para protegerlos. Envainé mi arma y me dispuse a irme, no quería que hubiese problemas.

-Gracias Diosa de la Guerra, os debo la vida de mi hermana-me dijo Ike, me giré para verle

-No hay de qué, cuidad bien de ella, pues no sabéis cuánto queréis a alguien hasta que lo perdéis-le dije

-Sabias palabras-dijo Soren, le sonreí y abrí las alas

-Tal vez deberíais investigar algo acerca de cómo derrotar a los Dioses Oscuros, si necesitáis mi ayuda mirad al cielo y llamadme, será todo un honor ayudaros-les dije sonriendo

-Perit-dije, al instante Ganon desapareció, lo teletransporté a no sé donde, pero al menos no molestaría más a Ike ni a Mist. 

-Gracias de nuevo-me dijo Ike, le sonreí de nuevo y salí volando, a unos metros del puente me detuve en seco y volví al puente, me puse en el borde

-Si me hacéis el favor no luchéis entre vosotros, debéis dirigir vuestra fuerza hacia vuestro enemigo no hacia vuestro aliado-les dije, Ike y Micaiah se acercaron, se dieron la mano y pactaron lealtad, sonreí satisfecha.

-Gracias, buena suerte nobles guerreros-dije, salí volando y me fui con alegría. Había conseguido que un par de amigos no luchasen entre ellos y que se uniesen para luchar contra el verdadero enemigo: los Dioses Oscuros que habían escapado del Medallón. Yo iba a ayudarlos si ellos me dejaban, haría todo lo posible para que esto fuera más fácil para todos, de eso estaba segura.