viernes, 7 de enero de 2011

Capítulo 3: El Ardiente desierto de Hatari, el Desierto de Gerudo y El Patíbulo del Desierto

Cuando estuvimos frente al Desierto de Hatari muchos de los que me acompañaban se pusieron nerviosos. Los que intentaron cruzar el desierto, los cuales eran pocos, nos dijeron que era algo aterrador, que era prácticamente imposible cruzar el Desierto. Todo el mundo nos dijo que no había vida más allá del desierto, pero yo si que había cruzado el Desierto de Hatari y ya había visitado Hyrule en alguna ocasión.
-¿Estáis segura de que lo conseguiremos? No quiero morir ahí-dijo un joven de la Brigada del Alba, era de la altura de Edward, tenía el pelo rubio, ojos grises y cara de buena persona, según mi información se llamaba Leonardo.
-No temáis Leonardo, junto con Articuno no hay nada que temer, yo me hago responsable de cualquier posible accidente-dije para calmarlo un poco.
-Bueno, será mejor que comencemos el viaje, pero a pie será agotador-dijo Ike
-Podríamos montar en el pájaro-dijo Sothe
-A Articuno no le gusta que nadie le monte, ni siquiera yo he podido montarle. Se enfada mucho si lo intentas, así que os recomiendo que no lo hagáis-les dije a todos para evitar accidentes innecesarios.
-Entonces habrá que ir a pie-dijo Oscar
-Bueno, así hacemos ejercicio-dijo Mia con cara de optimista.
-Esta chica siempre lo ve todo de color de rosa-dijo Shinon
-Bueno, mejor eso que verlo todo negro y sin solución ¿no?-dije sonriendo y empezando a caminar. Nos adentramos en el Desierto de Hatari, casi nadie había podido cruzarlo, pero yo sabía una ruta que nos facilitaría el camino. Estuvimos bebiendo el agua que Articuno nos daba, pero todos estábamos cansados por igual, yo incluida. A las dos horas de estar caminando Rolf se para y se sienta, estaba sudando como un pollo, casi sin ropa y jadeaba cual perro. Me acerqué a él.
-Venga Rolf, ya estamos en la mitad del desierto, solo faltan otras dos horitas y ya estaremos en Hyrule-le dije dándole ánimos.
-No puedo más Irina, estoy agotado-me dijo entre jadeo y jadeo.
-Entonces te llevo en brazos-le dije, le cogí y me lo puse a la espalda, estaba mucho más caliente que yo. Cierta protección, que me fue concedida con los poderes de La Diosa de la Guerra, me protegía del calor, por lo que todos los demás estaban mucho más calientes, sedientos y sudorosos que yo.
-Irina, así os cansaréis antes-me dijo Soren, el cual se había quitado la túnica, todos estábamos casi sin ropa debido al ardiente calor del desierto. Los hombres iban a pecho descubierto y las mujeres íbamos casi en ropa interior, el calor era insoportable.
-No os preocupéis por eso, puedo aguantar un poco más-dije, miré a mi izquierda y vi que Ike y Mist estaban en la misma situación que yo y Rolf. Me acerqué a Ike, el cual perecía realmente agotado.
-¿Queréis que la lleve yo?-le pregunté.
-No gracias, vos ya lleváis a Rolf-me dijo con algo de dificultad, el calor realmente le estaba "matando".
-Puedo con ambos-le dije, él me miró.
-¿Estáis segura?-me preguntó.
-Totalmente-dije con seguridad. Ike se detuvo y soltó a Mist, esta se acercó a su hermano.
-Gracias Ike-le dijo.
-De nada Mist, pero ahora te lleva Irina, no puedo más-dijo jadeando.
-Rolf, baja un momento-le dije, él obedeció. Me transformé en lobo y les invité a subir, ambos me miraron con ilusión y montaron el mi lomo. Yo era un lobo del tamaño de un humano, así que no tendría problemas en llevar a los dos al mismo tiempo. A las tres horas de haber entrado en el desierto, veo algo tirado en la arena, olí el ambiente y vi que era una persona. Me acerqué corriendo a ver si seguía con vida. Cuando llegué a su lado vi un par de personas tiradas en la arena, una mujer y un hombre, por su apariencia eran Laguz. El hombre era fuerte, tenía el pelo largo, desaliñado y negro. Tenía unas pequeñas orejas que salían de su cabeza y una enorme cola de lobo, deduje que era un Laguz lobo al instante. La mujer era algo más cuidada, tenía el pelo grisáceo y una cola enorme de lobo blanca, supuse que sería otra Laguz lobo.
-Bajad chicos-les dije a Rolf y a Mist, ambos obedecieron. Me transformé en humana y me puse de rodillas al lado del hombre.
-¡Articuno!-grité, al poco tiempo aparece este frente a mí.
-¡Rayo Hielo!-grité, Articuno atacó al aire y yo hice del hielo agua, lo puse en una pequeña jarra que llevaba encima y la llené con el agua que caía del cielo. Una vez llena la jarra me acerqué al hombre, le di a beber y este despertó algo sobresaltado, se puso a hablar en otra lengua, pero le entendí bien.
-Me llamo Irina, ¿estáis herido?-le pregunté.
-¿Nailah?-preguntó mirándome.
-¿Quién es Nailah?-pregunté, el hombre miró a la mujer que había a su lado y se asustó bastante.
-¡Nailah, Nailah!-gritó cogiendo a la mujer en brazos. Le di a beber un trago a la mujer y esta despertó algo desorientada.
-¿Qué ha pasado Volug?-preguntó ella
-Habrá sido ese senador, nos ha enviado aquí a morir-dijo el hombre. La mujer pudo sentarse por su cuenta en la arena. Me miró algo sorprendida.
-¿Quién eres?-me preguntó
-Me llamo Irina-la dije.
-Es la Diosa de la Guerra Mi Reina-dijo el hombre. La mujer me miró con algo de fascinación.
-Soy Nailah, reina del Clan Lobo de los Laguz, este es mi fiel guardaespaldas Volug-me dijo extendiendo su mano.
-Es todo un honor Majestad-dije cogiéndola. En ese momento llega el resto del grupo a nuestro lado.
-¿Estáis bien Irina?-me preguntó Micaiah acercándose a mí.
-Sí, estoy bien-dije, noté como las miradas de todos iban dirigidas a Nailah y a Volug, más a este último que a la reina. Me puse en pie e hice las presentaciones.
-Os presento a Nailah, la reina del Clan Lobo y ese es su guardaespaldas Volug-dije. Todos se dieron la mano y se presentaron.
-Oscar, tengo hambre-dijo Rolf
-Lo siento Rolf, no puedo cocinar nada aquí, en mitad de la nada-dijo Oscar acariciando el pelo de su hermano.
-Tal vez haya dátiles-dije mirando a mi alrededor, pero no había ni una mísera palmera. Vi una muy a lo lejos, pero lo bastante cerca como para que no me diera un soponcio al ir y volver.
-Voy a por algo de comer, ahora vuelvo-dije, abrí las alas y me fui volando hasta la palmera, cogí unos pocos dátiles y volví con el grupo, a medida que volaba mis alas se iban churruscando, realmente hacía demasiado calor para ellas.
-Bueno, es lo único que hay de comer por aquí, así que espero que os guste, sino podríais morir-dije con voz intimidatoria mientras repartía los dátiles. Los comimos a gran velocidad, todos estábamos hambrientos. Cuando terminamos nos pusimos en marcha de nuevo, Nailah y Volug nos siguieron.
-¿A dónde os dirigís?-me preguntó Nailah caminando a mi lado.
-Vamos a Hyrule-dije
-¿Qué es Hyrule?-me preguntó Volug
-Es un país pegado a este por el desierto, vamos a cruzarlo y a llegar hasta el Desierto de Gerudo-dije.
-Es en viaje duro-me dijo Nailah
-Sí, sí que lo es-dije, en ese momento alguien me toca la espalda, me giré y vi a Rolf y a Mist.
-¿Nos podéis llevar?-me preguntaron al mismo tiempo, sonreí y me transformé de nuevo en lobo.
-Todo el mundo a bordo-dije de broma. Rolf y Mist montaron el mí, se veía que estaban cómodos. Al poco rato de estar caminando vi un pequeño oasis con sombra suficiente para todos y además tenía agua y palmeras datileras. Todos fuimos corriendo a coger el mejor sitio. Nos pusimos a la sombra, comimos algún dátil más y bebimos mucha agua. Estuvimos allí descansando un buen rato, pero ya era hora de partir. Me puse en pie y miré a todos.
-Sé que aquí se está de maravilla, pero más allá de este desierto hay otro, una vez crucemos el Desierto de Gerudo nos encontraremos con el Lago Hylia, un lago hermoso, donde el agua refleja los rayos del sol, incluso parece que el agua juguetea con la luz solar y donde hay agua dulce y comida en los árboles frutales-dije, todos se me quedaron mirando, casi se babeaban. Sothe e Ike se pusieron en pie al mismo tiempo.
-Vamos, tenemos un héroe que encontrar y un mundo que salvar-dijo Ike. Al poco rato nos pusimos en marcha, Rolf y Mist se subieron a mi lomo y los demás iban como podían, siempre íbamos al ritmo del más lento para no agotarle a él ni a nosotros. A las cuatro horas de haber entrado en el desierto vi algo que hizo que algo de esperanza naciera en mi interior, pude ver una construcción muy antigua, El Patíbulo del Desierto.
-Damas, caballeros y Laguz, os doy la bienvenida al Desierto de Gerudo y con eso la bienvenida a Hyrule-dije sonriente y algo cansada del viaje.
-Al fin hemos llegado, pensé que me moriría por ahí. Haber vivido tantas aventuras y haber escapado de las garras de la muerte para luego morir en un desierto, me parece una forma muy mala de morir-dijo Shinon.
-Por una vez estoy de acuerdo contigo Shinon-dijo Ike
-Eso es lo que iba a decir-dije. Caminamos en dirección al Lago Hylia, pero algo me dijo que debía detenerme y estar en guardia, incluso Articuno estaba nervioso.
-¿Qué ocurre Irina?-me preguntó Rolf. Empecé a gruñir en acto reflejo, Nailah y Volug sintieron esa presencia también, se transformaron en lobo y se pusieron en guardia.
-Bajad-les dije, Rolf y Mist se fueron junto a sus hermanos y se pusieron en guardia, Rolf sacó su arco y Mist sacó su pequeña espada. Todos se pusieron en guardia también. 
-Vamos a adelantarnos un poco para ver si hay peligro, vigilad vuestra espalda-dije, Nailah, Volug y yo nos pusimos a caminar hacia al frente, cuando estuvimos cerca de una construcción en ruinas con una estatua de búho, nos detuvimos.
-Aquí no hay nada-dijo Volug
-Pero sé que habéis sentido esa presencia al igual que yo-dije mirando a mi alrededor.
-¡¡¡Irina!!!-gritó la voz de Rolf, los tres nos miramos y salimos corriendo a toda leche hacia el grupo, vi que las Gerudo del Desierto estaban atacándoles. Volug y yo nos lanzamos los primeros, herimos y matamos algunas Gerudo, pero estas reaparecían como las setas. Hubo una que me dio en el costado pero de un solo zarpazo la maté. Me transformé en humana y me puse junto a Soren, el cual usaba ElWind para quitar a las Gerudo del medio.
-¡Ventus Silvestris!-grité, un viento huracanado apareció de la nada y se llevó por delante a unas pocas Gerudo, pero aún así quedaban muchas luchando contra los demás.
Miré a mi alrededor pero solo vi arena, "claro, ¡arena!" pensé.
-¡Sandy, praecipio tibi ut surgeret et oppugnationibus Gerudo!-grité, el suelo comenzó a temblar y un dragón de arena apareció, atacó a las Gerudo y las mantenía ocupadas. Desenvainé la Master Sword y me lancé al ataque. Con el primer tajo me cargué a 2 Gerudo. Estuve luchando contra una bien entrenada, pero nadie gana a La Diosa de la Guerra, ni siquiera llegaba a la suela de mis botas. Con un movimiento maestro la hice una herida profunda en el cuello, cayó al suelo de rodillas y empezó a sangrar como un cerdo.
-¡Coged a los más fuertes y llevadlos a la sala de sacrificios!-gritó la Gerudo, me quedé pasmada, aún podía hablar. "Es la jefa" pensé
-¡¡¡Irina!!!-gritó Mist acercándose a mí, -se llevan a mi hermano-me dijo llorando.
-¡¿Cómo que se llevan a Ike?!-pregunté, levanté la vista y vi que algunas Gerudo se iban corriendo con algunos en las manos, pude ver que se llevaban a Ike, Sothe, Volug, Boyd y Titania. "Los más fuertes" pensé
-¡Retirada!-gritó una Gerudo, miré a la que estaba muriendo a mis pies y la cogí de la pechera.
-¿A dónde los llevan?-pregunté con voz malvada, la Gerudo solamente rió
-¿¡Qué dónde los llevan?!-grité sacudiéndola.
-Ellos morirán a manos...del Demonio del Patíbulo...-me dijo, dejó de hablar y de respirar, había muerto.
-¡Maldita sea!-grité soltándola, me acerqué a los que quedaban allí.
-¿Estáis heridos?-pregunté.
-Yo sí-dijo Shinon, me acerqué a él y vi que tenía una herida en el costado. Rhys se acercó a él con un bastón en la mano. Me aparté de Shinon para dejar espacio a Rhys. Este puso el bastón sobre la herida, una luz salió del bastón y la herida se Shinon se había esfumado.
-Debemos ir al Patíbulo, allí se han llevado a los demás-dije. Nos pusimos en marcha y llegamos a la entrada del Patíbulo, era oscura y desprendía olor a muerte, pero no había mas remedio que entrar, pues el olor de Ike iba por allí.
-Vamos, recordad que Ike, Sothe, Boyd, Volug y Titania dependen de nosotros-dije. Entramos todos juntos en el Patíbulo, nada más entrar vi un gran arenal, eran arenas movedizas y vi una especie remolinos que se tragaban todo. 
-¿Cómo vamos a cruzar?-preguntó Edward.
-Puedo llevaros volando al otro lado, pero solo puedo llevaros de dos en dos-dije
-Yo os ayudo-me dijo Rafiel. Entre los dos pudimos llevar a todos al otro lado del arenal. Abrimos una puerta que había y vimos una sala enorme, había unos pilares a ambos lados, una puerta a la derecha y otra a la izquierda, una puerta enorme delante de nosotros con unos escalones delante y un gran candelabro sobre nuestras cabezas, parecía la sala principal.
-Wow, esto es enorme-dijo Oscar sorprendido.
-¿Ahora por dónde vamos?-preguntó Leonardo
-Creo que Irina tiene la solución-dijo Soren. Le miré y le sonreí. Me puse a olisquear el ambiente y percibí el olor de Ike de nuevo, iba desde la puerta por la que entramos hasta la puerta gigante que había delante de nosotros.
-Vamos por esa puerta-dije, nos pusimos a caminar hacia ella y cuando estaba a unos pocos pasos algo me golpea la espalda, lanzándome varios metros hacia mi izquierda, caí de las escaleras a unas arenas movedizas, poco a poco me iba hundiendo. Abrí las alas y aleteé con todas mis fuerzas, pero no pude salir.
-¡Ayudadme!-grité, Rafiel vino a ayudarme por aire y los demás usaron unas cuerdas para sacarme. Al cabo de 10 eternos minutos pude salir. Todos nos quedamos tumbados en el suelo.
-Gracias-les dije.
-¿Qué os ha golpeado?-me preguntó Micaiah
-No tengo idea-dije poniéndome en pie. Mientras me ponía en pie ese algo me golpeó de nuevo, caí de espaldas al suelo, noté una presencia a mi alrededor, todos vinieron a ayudarme. En ese momento la puerta gigante se cerró y la antorchas que había se apagaron.
-¿Estáis bien?-me preguntó Mist
-Sí, no temas estoy bien-la dije.
-¡Ayuda!-gritó una voz, miré a la puerta por la que entramos y vi que Shinon estaba colgado de algo, pero ese algo era invisible. Salí corriendo a ayudarle. Lo que tenía a Shinon agarrado lo sacudió como a un saco y me lo tiró encima, caí de nuevo al suelo pero Shinon quedó encima de mí.
-¿Estáis bien Shinon?-le pregunté
-Creo que sí-me dijo. Nos pusimos en pie rápidamente y me puse en guardia.
-Es algo invisible, no podréis derrotarlo si ni lo veis-me dijo Soren
-No lo veo, pero lo oigo-dije, cogí un pañuelo que tenía en un bolsillo y me lo puse en los ojos, así no caería en a tentación de abrir los ojos.
-Ruego que os apartéis lo máximo posible de mí-dije, escuché como todos se iban a una esquina de la sala. Al segundo oí como algo venía hacia mí, pude esquivarlo y golpearlo con la espada. Estuve así un buen rato hasta que dejé de notar esa presencia. Me quité la venda de los ojos y vi que había un fantasma en el suelo, del susto retrocedí un par de pasos. 
-Un fantasma...-dije
-Parece un espectro-dijo Soren acercándose
-Entonces lo puedo ver si soy lobo-dije pensativa
-Es lo más probable-me dijo Soren. Envainé mi espada y me transformé en lobo, usé mi sexto sentido y vi otros tres espectros a mi alrededor.
-¡Soren apartaos!-le grité, empujé a Soren con todas mis fuerzas y uno de los espectros me golpeó con su lámpara haciéndome una herida en la cara. Soren cayó 3 metros más allá, pero al menos evité que le hirieran. Me incorporé rápidamente y ataqué a los espectros. Al cabo de un rato pude acabar con los tres, pero con alguna herida. Me transformé en humana y mis heridas sangraban. Rhys se acercó a mí y me curó con su bastón.
-Gracias Rhys-le dije sonriente.
-Irina, os debo una-me dijo Soren
-No hay de qué, debemos abrir la puerta y salvar a los chicos-dije. Nos acercamos a la puerta e intentamos abrirla entre todos, pero no cedió ni un poco.
-¿Cómo vamos a abrirla?-preguntó Nailah
-Tal vez esas luces tangan algo que ver-dijo Soren señalando algo, miré tras de mí y vi cuatro luces azules revoloteando por allí.
-Tal vez...-dijo Edward
-¿Y qué tienen que ver esas luces?-dijo Nolan, otro miembro de La Brigada del Alba, era algo mayor que todos nosotros, tenía el pelo semi largo y castaño, sus ojos eran castaños también, tenía barba y bigote, pero a pesar de su edad era muy fuerte.
-Eso color ya lo he visto antes...-dijo Micaiah
-Es el color de las antorchas que había en la puerta-dijo Gatrie
-¿Alguien tiene una botella o algo?-pregunté
-Solo tengo un palo que encontré en el desierto-me dijo Rolf enseñándomelo
-Eso me sirve cielo-le dije dulcemente, lo cogí de sus manos y prendí fuego al palo con la llama azul de los espectros, fui corriendo a las antorchas cercanas a la puerta. Al encenderlas la puerta se abrió, todos la cruzamos rápidamente. Llegamos a una sala redonda muy espaciosa, había una especie de mecanismo en el suelo y la pared de enfrente estaba abierta. 
-Vamos por allí-dije señalando la pared abierta, pues el olor de Ike iba por allí. Entramos y vimos un pilar enorme en el centro, rodeado de arenas movedizas. Había escalones pero estaban rotos más arriba.
-Creo que nos toca volar de nuevo Rafiel-dije mirando a este. Al cabo de unos minutos pudimos subirlos a todos. Llegamos hasta una puerta enorme, mucho más grande que la anterior. La abrimos entre todos y al entrar en la sala vimos a los chicos atados a unos postes en un gran pilar central. Mist, Micaiah y Oscar avanzaron sin darse cuenta. 
-¡Marchaos!-gritó Ike
-¡Pero Ike...!-gritó Mist sorprendida
-¡Qué os marchéis!-gritó Sothe. Antes de poder hacer nada un cráneo gigante aparece de la nada, me fijé bien y vi que esa calavera andante llevaba un chico joven encima, el cual se agarraba como podía al bicho huesudo. 
-No os acerquéis al borde-les dije mirándoles, -Shinon apunta a la espada que tiene clavada en el centro del cráneo-le dije
-¿El del esqueleto?-me preguntó, yo asentí, -haré lo que pueda-me dijo sacando su arco. Mientras apuntaba abrí las alas y me dispuse a volar rápida cual rayo.
-Ya lo tengo en el punto de mira-me dijo Shinon.
-¡Dispara!-le grité, Shinon disparó al segundo y dio justo en la espada que había clavada en el cráneo viviente, este se tambaleó y el muchacho cayó del esqueleto, salí volando para cogerle y llegué a tiempo para evitar que se estampase contra el suelo, lo dejé junto a Ike, desaté a este y luego a los demás. 
-¿Cómo vamos a matar a ese bicho?-preguntó Boyd
-Hay que darle en la espada que tiene en la frente-dijo el muchacho, me fijé en él y era muy joven, unos 17 años, rubio de pelo corto, ojos azules, orejas puntiagudas y ropajes verdes.
Estábamos en una situación muy delicada, debíamos cargarnos al bicho esquelético para salir de allí pero iba a ser complicado pues hacerle caer sería toda una odisea, pero algo me decía que ese muchacho rubio nos ayudaría y que sería una parte fundamental en nuestro viaje.

2 comentarios: