domingo, 24 de julio de 2011

Capítulo 29: Batalla Final En Viena

Me quedé clavada en el sitio, con la mirada perdida, el cuerpo paralizado y la mente en blanco.
-No...no puede...ser-balbuceé impactada
-¿Qué ha ocurrido Irina?-preguntó Iska
-Siegfried...-
Iska cogió la carta de mis manos inmóviles y leyó la carta
-Lo...siento mucho-. No dije nada, solo me giré para mirarle.
-Vete-
-Pero Irina...-reprochó
-¡¡Que te marches!!-grité descargando mi ira. Le empujé hasta la puerta y le obligué a salir. Cerré la puerta con violencia, me di la vuelta y apoyé mi espalda en la madera maciza.
Un torbellino de sentimientos sacudió mi alma y mi cuerpo. Me sentí tan disgustada y dolida que no pude reprimirme. Me arrodillé en el suelo y comencé a llorar con fuerza. Estuve un buen rato descargando mi dolor a base de llantos desesperados. Al cabo de una hora alguien llama a la puerta.
-¡¡Márchate!! ¡Déjame!-grité pensando que sería Iska
-Irina, soy yo, Jin-dijo su voz. Me serené un poco, me levanté lentamente y abrí la puerta.
-Irina...-
Levanté la vista y vi a Jin mirándome. Vi compasión en sus ojos.
-Jin...-me lancé a sus brazos mientras lloraba.
-Lo siento mucho Irina-me abrazó con fuerza
-Está muerto y con él mi felicidad-. Jin suspiró derrotado.
-Vamos dentro-. Ambos entramos en la habitación. Jin cerró la puerta y se acercó a mí.
-¿Necesitas algo?-
-Sentirle, verle...-
-Irina, ya sabes a lo que me refiero-
-Agua-. Jin se acercó a la mesilla de cabecera para coger la jarra con agua mientras yo me sentaba en el escritorio, mirando la carta tirada en el suelo. Mis ojos se fueron fugazmente a la parte de “...ha muerto debido a una herida producida en combate...”. Lloré de nuevo al chocarme contra la dura realidad.
-Toma-me ofreció un vaso de agua. Lo cogí con algo de torpeza y bebí un poco. Le devolví el vaso y apoyé mi espalda en el respaldo de la silla.
-¿Quieres salir a dar un paseo?-. Asentí en silencio.
-Entonces vamos-. Me ayudó a ponerme en pie. Salimos de la habitación y seguidamente del castillo. Estuvimos paseando en silencio durante un rato hasta que bos cruzamos con Iska. Este iba escoltado por un par de soldados.
-¿Cómo estás amor mío?-sonrió mirádome
-Déjala, este no es el mejor momento-dijo Jin
-Tú te callas, estaba hablando con ella-comenzó a caminar hacia mí. Cogí con fuerza la mano de Jin, indicándole que me sentía en peligro. Jin se puso delante de mí y preparó sus puños para liarse a leches si era necesario.
-Cálmate Jin, solo quiero hacer un trato con Irina-. Chasqueó los dedos y, casi al segundo, toda una guarnición de soldados apareció de entre los árboles y los arbustos. Eran arqueros y ballesteros que nos apuntaban con sus armas.
-¿Qué quieres ahora? ¿No me has hecho suficiente daño?-pregunté molesta
-Quiero proponerte una cosa que seguro te hará feliz-sonrió
-¿El qué?-sacó una cajita de un bolsillo.
-Cásate conmigo-sonrió. Me quedé pasmada total. Le miré y me reí.
-Nunca me casaré con el monstruo que me arrebató al amor de mi vida-
-¿Estás segura?-. Noté maldad en su mirada.
-Totalmente-
-Traed a sus amigos-. Al poco aparecen un par de soldados con Darky e Isma presos. Ambos estaban heridos, les habían dado una paliza
-Darky...Isma...-dije aterrada. Algunas heridas aún sangraban.
-Y tenemos a Jin en el punto de mira, tú sabrás lo que haces-rió Iska
-Déjalos, ellos no tienen nada que ver aquí-
-No lo creo, tienen mucho que ver-
Hubo un silencio corto, crucé miradas con Darky, el cual parecía agotado.
-Solo lo diré una vez más...cásate conmigo-repitió
-No...lo hagas...-dijo Darky. Noté cansancio en su voz.
No dije nada, no sabía qué contestar. Si decía que sí salvaría a mis amigos y destrozaría mi vida para siempre, pero si decía que no ellos morirían.
-¿Quieres que te ayude a aclarar ideas?-preguntó Iska
Tragué saliva, temiendo sus métodos. Chasqueó los dedos y uno de los soldados se acercó a él y le dio la Master Sword. Sentí que era la original, la que Link portaba.
-¿Qué vas a hacer?-pregunté temerosa
Iska no me contestó, se acercó a Darky y le tocó el costado con el filo de la espada. Darky comenzó a gritar y a llorar del dolor que sentía. La Master Sword estaba purificando su malévolo espíritu y eso dolía como si te arrancasen el corazón.
-¡Basta!-grité desesperada al ver como mi amigo sufría por mi culpa. Iska dejó de herirle y me miró.
-¿Y bien amor mío?-
-Me...-comencé a decir. Jin me miró al igual que Isma y Darky.
-Irina...no destroces tu vida...por nosotros-dijo Isma
-Mi vida ya está destrozada si Siegfried no está-
-¿Te ayudo de nuevo?-preguntó Iska amagando poner la espada junto a Darky
-¡No!-me puse por delante de Jin sin darme cuenta.
-¿Entonces?-
-Me casaré contigo a cambio de que dejes libres a mis amigos, desde Ike hasta Calill-ordené
-Como desees amor mío-sonrió. Se acercó a mí y me besó con fuerza en los labios. No opuse resistencia ya que sino rompería el trato.
-La boda será mañana, ya lo tengo todo preparado-
-¿Mañana?-pregunté impactada
-Sí, llevo preparando la boda desde que te conocí-sonrió mientras me abrazaba con fuerza.
-Vamos a la prisión, tú has cumplido tu parte, ahora me toca a mí-. Nos llevó hasta la prisión. Jin tuvo que ayudar a Darky a caminar ya que su herida era grave.
Al llegar a la prisión exterior, Iska abrió la puerta e indicó a todos que salieran. Todo el grupo de guerreros respiró aire fresco de nuevo. Parecían estar en buen estado de salud.
-Te dejo un rato para que te despidas-cedió Iska. Este se apartó un poco de mí. Me acerqué a Darky y le abracé con cuidado de no hacerle daño.
-Irina, no deberías...-
-No podía soportar verte sufrir-
-Pero Siegfried...-
-Él está muerto, debo aceptarlo y seguir adelante-
-Pero...-
-Me duele tener que casarme con ese monstruo, pero Siegfried nunca se irá de mi memoria...al menos tengo el consuelo de que no sufrirá más-
-Veo que no te haré cambiar de opinión-
-Sabes que siempre antepongo la seguridad de los demás a la mía propia, tengo pocos amigos y tengo que protegerlos como a un tesoro-
-Te quiero mucho Irina, eres la mejor amiga que jamás tendré-
-Yo también te adoro-
Me despedí de Jin e Isma con la misma cantinela. Le pedí a Rhys que curase a Darky e Isma en cuanto pudiera y le dije a Ike que tomase las riendas del grupo, le conté más o menos qué debía hacer para derrotar a los Dioses Oscuros.
Me despedí de todos y se marcharon.
-Vamos mi amor, tenemos que descansar para el gran día de mañana-sonrió Iska cogiéndome por los hombros. Me llevó hasta el castillo y me guió a una habitación, entré y vi un vestido blanco de novia aparentemente muy caro

-¿Te gusta?-preguntó abrazándome por detrás, albergando mi cintura con sus brazos.
-Es...hermoso-dije incómoda y dolida
-No es comparable a tu hermosura pero serás la diosa más deslumbrante-
-Sí-
-Vamos a cenar, es casi de noche y la boda será al amanecer-
No contesté ya que no tenía nada que decir.
Comimos en el comedor principal. No sé por qué pero el Emperador Máscara no se encontraba allí. Seguramente Iska retiró su robot para no levantar sospechas.
Al terminar de cenar Iska me dijo que dormiríamos en la misma cama para ir acostumbrándonos a la vida del matrimonio.
Nos fuimos a la habitación, intenté no quitarme mucha ropa pero Iska me obligó a ponerme un camisón blanco de seda. Me estaba ajustado, supuse que así lo querría mi captor.
-Estás preciosa mi amor-comentó mirándome
-Gracias-dije sin pensar. Debía agradarle para que no me hiciera daño.
-¿Nos vamos a dormir?-
-Sí-. Me acerqué a la cama y me senté en ella. Mientras Iska se tumbaba, cogí el vaso de agua de mi mesilla y bebí un poco. Por un momento deseé que fuera alcohol para olvidar mis penas durante un rato. Lo dejé y me tumbé.
-¿Por qué no te abrazas a mí?-preguntó. Obedecí sin decir nada, sus preguntas eran retóricas, si no le hacía caso podría matarme. Me giré y me abracé a su torso desnudo. Me acordé de Siegfried y de aquella última noche que vivimos juntos. No volvería a verle ni a sentirle junto a mí. No pude reprimir una lágrima, la cual cayó en el abdomen de Iska.
-¿Por qué lloras mi amor?-
-Es la emoción-mentí
-Sí, yo también estoy muy emocionado-me abrazó con fuerza.
-Quiero dormir-
-Yo también, aunque no creo que duerma mucho, estoy muy nervioso-sonrió
Nos dimos las buenas noches y nos dormimos.
-¡Vamos Irina! ¡Arriba!-dijo la voz de Iska. Abrí los ojos y le miré.
-Hay que ponerte el vestido e ir a la iglesia ¡vamos!-dijo motivado. Me puse en pie lentamente y me froté los ojos.
-¡Venga! ¡Vamos!-
Me puso las manos en los hombros y me llevó hasta el tocador de la habitación.
-¡Chicas, dejadla impoluta!-gritó Iska. Al poco rato entra una jauría de mujeres de diversas edades, se pusieron a mi alrededor mientras me miraban y sonreían.
-Te espero en la iglesia amor-. Me besó en los labios y se marchó, cerró la puerta tras de sí.
-Bien, vos no hagáis nada, ya nos ocupamos nosotras-dijo una de las mujeres. Todas me pusieron las manos encima y comenzaron a maquillarme y a peinarme. Cerré los ojos e intenté hacer caso omiso.
Cuando me di cuenta estaba en la iglesia, había muchos invitados sentados en los bancos, todos vestidos de gala. Miré el altar y vi a un sacerdote y a Iska vestido de traje. Tragué saliva y me puse a caminar hacia él. Llegué a su lado y el cura comenzó a parlotear. No me enteré de nada, solo estuve pensando en Siegfried.
-Irina, ¿aceptáis a Iska como legítimo esposo, para amarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte os separe?-preguntó el sacerdote.
Dudé en responder y salir corriendo por patas pero Iska me apretó la mano, en señal de que respondiese afirmativamente.
-Si quiero-dije mientra una lágrima recorría mi rostro.
-Si algún presente está en contra de la unión de este hombre y esta mujer, que hable ahora o calle para siempre-. Hubo un corto silencio.
-¡Yo objeto!-exclamó alguien. Me di la vuelta y vi a un encapuchado de pie entre los bancos.
-¡¿Quién osa interrumpir mi boda?!-gritó Iska enfadado.
-Yo me atrevo, ya que tú no eres más que un cobarde-
-¡Muéstrate!-ordenó Iska
El encapuchado se quitó la capa de encima y le vi el rostro.
-¿Siegfried?-pregunté impactada. ¿Mis ojos me engañaban? ¿Estaba soñando? ¿O era verdad?
-¿Te ha hecho daño Irina?-preguntó
-Siegfried-dije emocionada. Solté el ramo de flores y me puse a correr hacia él. Cuando estaba a punto de bajar las escaleras, Iska me agarró de un brazo con mucha fuerza, me detuvo y me acercó a él. Me cogió por la espalda de desenvainó su arma, la Soul Calibur. Me apuntó al cuello con ella.
-Si eres hombre lo suficiente suelta a Irina y lucha contra mí-amenazó Siegfried.
Iska me empujó y caí al suelo de cadera. Caminó hasta Siegfried y ambos se pusieron cara a cara.
-¿Con qué armas piensas defenderte inútil? ¡Nada puede contra el poder de la Soul Calibur!-se burló Iska
Siegfried sonrió, se echó la mano izquierda a la espalda y cogió algo...¿invisible?
-El poder de la imaginación no es muy útil en estos casos-rió Iska
Siegfried soltó una carcajada, desenvainó algo de su espalda y se puso en posición de ataque.
-Como quieras Siegfried, le entregaré a Irina tu cabeza como regalo de bodas-
-Yo no estaría tan seguro-. Al segundo, de sus manos, salió una luz rojiza. Cuando miré de nuevo vi que Siegfried portaba la Soul Edge
-La Espada Maldita...-se sorprendió Iska
-El Bien contra el Mal...¿quién ganará?-bromeó
-Irina es mía-
-Irina no es de nadie, es un espíritu libre-
-¡Eso habrá que verlo!-exclamó mientras se abalanzaba a por Siegfried. Ambos se pusieron a pelear a muerte. Era extraño pero cada vez que Iska intentaba agarrar a Siegfried, la armadura brillaba e Iska retiraba inmediatamente la mano.
La gente, al ver que sus vidas peligraban, huía despavorida a excepción de los guardias, los cuales no hacían nada.
Al cabo de una lucha que me tenía atacada de los nervios, Siegfried consiguió derribar a Iska. Este cayó de espaldas al suelo. Intentó coger la Soul Calibur pero Siegfried la cogió antes que él y le apuntó al cuello con ella.
-¿Cómo pudiste hacerle esto a Irina?-
-La quiero mucho más que tú, ella está hecha para mí-
-No creo que ella piense lo mismo-me miró. Sonreí al ver de nuevo sus hermosos ojos azules.
-Me casaré con ella y tendré hijos-
-Siento discrepar pero...no lo creo-. Elevó la Soul Edge y la clavó en el pecho de Iska. Este gritó con todas sus fuerzas y cogió el filo de la espada con sus manos.
-Volveré algún día...e Irina...será...mía-proclamó su última amenaza. Soltó el arma mientras su corazón se detenía. Siegfried desclavó el arma de su cuerpo sin vida y la envainó a su espalda mientras miraba a su traidor amigo.
-¡Prendedla!-gritó uno de los soldados. Antes de que me diese cuenta me habían agarrado y levantado del suelo.
-¡Siegfried!-grité. Este me miró y se puso a correr hacia mí.
-Da un paso más y ella morirá-amenazó el soldado que me apuntaba al cuello con su arma. Siegfried se detuvo al instante. Me miró fijamente, esperando una reacción.
-Irina...-susurró
-El collar-dije moviendo los labios.
-¿Collar?-. Asentí levemente.
-Iska...-
Siegfried miró el cuerpo sin vida del traidor y se acercó. Arrancó el collar que colgaba de su cuello y me miró.
-¡Rómpelo!-grité
-Calla-ordenó un soldado. Vi como Siegfried tiraba el colgante contra el suelo.
-¡Matadla antes de que recupere su poder!-voceó un soldado. Los que me agarraban me sujetaron con más fuerza y un tercero elevó su arma contra mí. En ese instante escuché como el colgante de cristal impactaba contra el suelo y se rompía en mil pedazos. Una luz tricolor salió de él y comenzó a volar hacia mí.
-¡Mátala!-ordenó un soldado. El que me amenazaba con su arma comenzó a bajarla a gran velocidad para atravesarme el pecho de un lado a otro. Mis poderes no llegarían a tiempo a mí por lo que pensé que sería mi final.
-¡Irina!-gritó Siegfried mientras corría en dirección a mí. Miré con terror la espada que acabaría con mi existencia. Cuando pensé que mi vida se terminaba una ráfaga de viento muy fuerte hizo volar a todos los soldados presentes por los aires. El que hizo ese conjuro me acababa de salvar la vida.
En ese momento mis poderes impactaron contra mí y, de la fuerza que llevaban, retrocedí varios metros y caí de espaldas al suelo. Sentí de nuevo el poder divino fluis por mis venas. No pude evitar sonreír de alegría. El hombre al que amaba no estaba muerto y volvía a ser la Diosa de la Guerra.
-¡¿Irina estás bien?!-preguntó la voz de Siegfried. Casi al segundo sentí sus manos sobre mí. Una alegría infinita sacudió mi ser y me devolvió la felicidad. Me senté en el suelo con su ayuda y le miré fijamente a los ojos mientras él me acariciaba la cara con ambas manos.
-¿Estás herida?-
-Dime que esto es real, que no es un sueño efímero, que no te esfumarás cuando bese tus labios-
-Te juro que todo esto es real-sonrió
Le devolví la sonrisa y le besé Me alegré tanto de verle y sentirle de nuevo que una lágrima cristalina salió de mis ojos, mostrando así mi felicidad. Luego le abracé durante un buen rato para cerciorarme de que era verdad todo lo que estaba viviendo en ese momento.
-¿Dónde has estado todo este tiempo?-me separé de él.
-Esos soldados no eran del ejército, eran los supervisores de un campo de trabajo, al cual me llevaron y en el que me obligaron a trabajar.
-¿Te hicieron daño?-
-No, ya sabes como es mi carácter-bromeó
-Sí, eres muy temperamental-reí
-¿Y él...te hizo daño?-
-No, solo me amenazaba si no le obedecía-
-Ese desgraciado lo ideó todo, lo de la supuesta partida a la guerra, la carta diciendo que yo había muerto y la boda-
Me quedé sorprendida pero en parte me lo esperaba.
-¿Cómo pudiste salir de allí?-
-Una mujer me ayudó a escapar-
Le miré con mala cara
-No temas, me dijo que quería ayudarme-
-¿A cambio de qué?-pregunté mosqueada
-A cambio de unirme a vuestra causa-dijo una voz femenina. Miré a mi izquierda y vi a una mujer con alas de ángel.

-¿Quién eres?-pregunté
-Me llamo Xareni, soy un Ángel de los Vientos-
Siegfried y yo nos pusimos en pie y nos acercamos a Xareni
-Gracias por salvarle, os debo la vida-
-No tiene importancia, ¿dejaréis que me una a vos?-
-Por supuesto, bienvenida al equipo-extendí mi mano hacia ella
-Juro total lealtad-me cogió la mano y pactamos camaradería
-Será mejor que volvamos al castillo, debes estar agotada-comentó Siegfried
-Sí, me siento como una morcilla aquí metida-bromeé
Los tres salimos de la iglesia y pusimos rumbo al castillo. Al llegar vi que todo el grupo estaba allí y todos estaban en plena forma. No pude evitar darles un abrazo a Jin, Isma y Darky, los eché mucho de menos en esas 24 horas de separación.
Todos aceptaron con alegría la incorporación de Xareni en el grupo.
Entramos en el castillo y yo me metí en mi habitación, me quité el vestido de boda y lo quemé, con él los recuerdos de mi horrible experiencia. Me puse mi comodísimo traje de combate.
Pasamos el resto del día todos juntos, hablando de todo lo ocurrido y de nuestro próximo destino para encontrar al héroe. Acordamos que iríamos a por Marth, príncipe de Altea, un país no muy lejano a Tellius.
Ya bien entrada la noche nos fuimos a dormir. Me acurruqué junto a mi amor y me quedé dormida en poco tiempo. En los últimos momentos de consciencia estuve pensando en ese Salvador Misterioso que nos ayudó en el Velo y que hizo callar de Devil. No sabía quién era pero algo me decía que iba a conocerle antes de lo que me esperaba...