miércoles, 23 de febrero de 2011

Capítulo 20: Un Reencuentro Con El Pasado

Íbamos paseando tranquilamente cuando de repente Spirit se para en seco. Se puso a mirar fijamente el horizonte.
-¿Qué pasa guapo?-le pregunté.
-¿No sientes eso?-me preguntó sin dejar de mirar el horizonte minuciosamente. Estuve un rato atenta pero no oí ni sentí nada.
-Yo no siento nada-le dije. En ese instante Spirit se puso a dos patas, relinchó anunciando a los demás caballos que se preparasen para la carrera de su vida y se puso al galope tendido. Me puse en pie en la silla para no hacerme daño ni a mi ni a él.
-¿Adónde vamos?-le pregunté mientras me agarraba a sus crines para no caerme.
-Presiento que algo malo pasa en Daein-me dijo mientras corría como el viento.
-¿Pero qué puede pasar?-le pregunté
-No lo sé, pero no es nada bueno-me dijo. Estuvimos corriendo por las tierras de Begnion. Alguna vez los soldados de las fronteras nos hicieron detenernos, pero con Zelgius junto a nosotros no nos pusieron pegas para atravesarlas. Seguimos corriendo sobre las tierras de Begnion mientras el día avanzaba. Llegamos a Daein al atardecer. Nada más entrar por las puertas de la capital, vimos que el Castillo de Nevassa estaba siendo asediado por soldados de Begnion, algunos del ejército de Jarod y de Felirae.
-¡Debemos ir a ayudar a los soldados y proteger al rey!-dijo Micaiah con algo de estrés.
-¡No resistirán mucho más el ataque!-dijo Sothe.
-¡Vamos!-dije mientras desenvainaba mi Master Sword. Spirit se puso a dos patas y salimos corriendo hacia el castillo. Arroyábamos a todos los soldados que pillábamos por nuestro camino. Entramos al castillo derribando las puertas. Irrumpimos en todas las batallas que libraban los soldados en el interior del castillo.
-¡Debemos buscar al rey!-dije mientras usaba mi espada contra un soldado de Begnion que tenía arrinconado a otro de Daein. Maté al soldado intruso degollándolo.
-¡Vamos entonces!-me dijo Ike, el cual iba tras de mí con la Ragnell lista para mancharse de la sangre del enemigo.
-¡No creo que esté en su habitación!-dijo Sothe
-¡Habrá que dividirse, buscadlo por todo el castillo!-grité. Todo el grupo nos separamos a excepción de Jin, el cual llevaba a Link a la espalda y protegía a Zelda, así que lo mejor era que no se involucrase en las batallas por el momento. Yo me fui a mirar a la sala del trono. Frené al ver que las puertas de la misma estaban muy vigiladas. Había al menos 20 soldados vigilando.
-¡Es la Diosa de la Guerra! El general nos recompensará si se la llevamos-dijo uno de los soldados. Por lo que parecía era el general de esa guarnición. Me bajé de Spirit y saqué mi escudo Hyliano. Me puse en guardia.
-Vete Spirit, ya sabes dónde ir-le dije. Él no dijo nada y se fue.
-¡Rodeadla!-ordenó el general. Todos los soldados me rodearon, taponándome así todas las vías de escape posibles.
-¡No escaparás!-me dijo uno
-Eso habrá que verlo-dije desafiante. En ese instante todos se abalanzaron sobre mi. Abrí las alas rápidamente y elevé el vuelo, evitando así el ataque en masa.
-¡Apresadla!-gritó el general. De repente, y sin que me diera cuenta, una red me atrapa y me hace caer al suelo. Caí boca abajo. Intenté ponerme en pie pero la red se había agarrado al suelo con fuerza, por lo que no pude liberarme. El general se acercó a mí y cogió mi espada y mi escudo.
-No eres tan dura de pelar como todo el mundo dice-dijo el general mientras examinaba la Master Sword.
-Yo que tú soltaría la espada-le dije mientras forcejeaba un poco contra la red.
-¿Para qué? ¿Para que la cojas y nos mates? Creo que no...-dijo el general riendo.
-Bueno, como quieras-le dije. En ese momento la Master Sword se electrificó y frió vivo al general. Este cayó muerto al suelo y la Master Sword hizo ruido al impactar contra el suelo junto al escudo.
-¡Está embrujada! ¡Es una bruja!-dijo otro soldado mientras retrocedía.
-¡No soy una bruja! Solo soy una diosa-dije sonriendo. Me transformé en lobo y mordí la red. Al cabo de unos pocos segundos pude liberarme de la misma. Caminé hasta donde había caído la Master Sword y me transformé en humana de nuevo. Cogí mi espada y mi escudo y los guardé.
-No...¿no vais a luchar?-me preguntó un soldado mientras me apuntaba tembloroso con su lanza.
-No me hace falta una espada para dejaros fuera de combate-dije sonriendo. Noté como todos los soldados comenzaban a temblar y a sudar.
-¡¡Spirit!!-grité. Al segundo este apareció rompiendo la ventana que había a nuestra izquierda. Se puso al galope y, con una red que llevaba agarrada con la boca, cogió a todos los soldados y se los llevó.
-Gracias-dije mientras Spirit se alejaba al galope con los soldados metidos en la red como pescados. Me acerqué a las puertas de la sala del trono y pegué la oreja.
-Adiós Majestad-dijo la voz de Jarod tras la puerta. Abrí las puertas violentamente y vi que Pelleas estaba arrodillado en el suelo por delante del trono y delante de Jarod, el cual sostenía su lanza en alto para matar al rey. Jarod me miró y rió.
-Hola Irina, cuánto tiempo-me dijo
-Deja a Pelleas en paz-le dije amenazante.
-¿Por qué iba a hacerlo?-me preguntó
-Si le tocas un solo pelo...-dije
-¿Qué me harás? ¿Me pegarás por ser un niño malo?-me preguntó sarcástico mientras reía. En ese instante un par de hombres muy fuertes y equipados con pesadas armaduras, me cogieron, me desarmaron y me encadenaron las manos a la espalda con cadenas mágicas.
-Bueno Irina, disfruta del espectáculo-me dijo Jarod sonriendo. Miré a Pelleas con miedo. Iban a matarlo y yo no podía hacer nada por salvarle. Este me miró, vi mucho agotamiento en su mirada.
-Irina...-me dijo. Sus ojos se cerraban y sudaba mucho. Supuse que era porque el veneno hacía efecto.
-¡Pelleas!-grité forcejeando con los soldados para que me soltaran, pero solo conseguí hacerme daño en las muñecas. Jarod elevó su lanza, la cual estaba lista para atravesar el pecho del rey y matarlo.
-¡¡Pelleas!!-grité haciéndome sangre en las muñecas. Jarod comenzó a bajar su arma velozmente y con fuerza. Justo cuando pensé que lo mataría una daga hace diana en el brazo derecho de Jarod, burlando completamente su armadura. Este soltó la lanza y se alejó del rey mientras su brazo sangraba. En ese momento noté como los soldados que me apresaron me soltaban y escuché como caían al suelo. Me giré y vi que alguien les había cortado el cuello.
-Pero qué...-dije impactada. Hace dos segundos estaba presa y ahora estaba libre, a excepción de que tenía las manos encadenadas.
-Irina...-dijo Pelleas de nuevo. Noté en su voz que a cada segundo que pasaba estaba más débil. Me giré y vi que Jarod seguía con la daga clavada en el brazo. Intentaba quitársela pero por el sonido que emitía se había clavado en el hueso. Reaccioné y me fui corriendo junto a Pelleas. Salté con fuerza y pasé mis manos por debajo de mis pies, como hice en la celda de Sienne. Me arrodillé frente al rey y le toqué la cara para calmarlo y hacerle sentir que estaba junto a él.
-Pelleas, necesito que me liberéis-le dije.
-No...no puedo-me dijo con cansancio.
-Pelleas por favor, haced un esfuerzo, necesito que me liberéis-le dije
-Haré...lo que...pueda-me dijo. Se frotó un poco los ojos y comenzó a liberarme de las cadenas. Al cabo de un rato pudo liberarme.
-Gracias Pelleas-le dije. En ese instante Jarod me agarra por detrás y me hace levantar. Me agarró por el cuello por lo que me estaba ahogando.
-Suél...ta...me-le dije mientras intentaba meter aire en mis pulmones.
-Creo que no, te mataré y así dejaré de preocuparme por ti-me dijo mientras hacía cada vez más fuerza. Me estaba ahogando con su antebrazo izquierdo ya que el derecho lo tenía herido.
-Ja...rod...-dije mientras me iba quedando sin aire.
-Adiós Irina-me dijo. Junté las pocas fuerzas que me quedaban y le di un codazo en la parte del torso que no estaba protegida por la armadura. Jarod me soltó y yo caí al suelo de rodillas medio asfixiada. Comencé a respirar rápidamente para reponer oxígeno en mi organismo. Escuché como Jarod venía a por mí de nuevo. Estaba demasiado aturdida como para poder ponerme en pie y esquivar su ataque. Oí como Jarod cogía su lanza y venía a por mí. Se puso tras mía y elevó su lanza.
-Adiós Irina-me dijo. Cuando pensé que me heriría de muerte un rayo de luz del conjuro ElLight golpea de lleno a Jarod y lo lanzó por los aires, salvándome así de una muerte segura. Miré tras de mí y vi a Jarod inconsciente. Suspiré aliviada y algo más calmada. Estuve un rato recuperando aire hasta que mi ritmo respiratorio volvió a la normalidad. Me puse en pie y me fui junto a Pelleas.
-Gracias por ayudarme Pelleas, me habéis salvado la vida-le dije arrodillándome a su lado.
-No...hay de...qué-me dijo con una sonrisa en la cara.
-Debéis descansar, os llevaré a vuestra habitación-le dije. Me puse en pie y ayudé a Pelleas a ponerse en pie. Pasó su brazo izquierdo por mis hombros y yo le agarré con la mano derecha la cintura.
-Intentad caminar-le dije. Dio un paso al frente pero sus piernas fallaron y cayó al suelo de rodillas.
-Tranquilo, no pasa nada, yo os llevaré-le dije. En ese instante escuché como Jarod se ponía en pie. Solté a Pelleas y me puse en guardia.
-Volveré y mataré al rey, lo juro-dijo amenazante. Una luz morada lo envolvió y desapareció. Suspiré aliviada. Cogí de nuevo a Pelleas y le ayudé a ponerse en pie. Cuando habíamos cruzado la puerta de la sala del trono vi llegar a todo el grupo. Algunos tenían cortes y heridas y otros estaban sudorosos.
-¿Estáis bien Majestad?-preguntó Micaiah preocupada.
-Estoy...bien-dijo él
-Solo necesita un poco de descanso-dije.
-Ya lo llevamos nosotros-dijo Ike. Él junto a Sothe se llevaron a Pelleas a su cuarto.
-Gracias por salvarle Irina-me dijo Almedha.
-No me deis las gracias, la verdad fue él quien me salvó-dije
-Bueno, creo que nos merecemos un descanso-dijo Darky
-Bien, yo también iré a descansar-dije
-¿Y vuestras armas?-me preguntó Nailah. Eché las manos a mi espalda pero no sentí la empuñadura de mi espada.
-Vaya, me las habré dejado en la sala del trono-dije
-Bueno, te espero en la habitación-me dijo Darky
-Creo que hoy dormiré con Jin-dije
-Bien, nos vemos luego-dijo. Todos se marcharon y yo volví a la sala del trono. Nada más entrar me acordé de que Jarod casi me mata, pero gracias a Pelleas estaba viva. Lo único que no me encajaba era la daga en el brazo de Jarod y los dos soldados muertos tras de mí por un corte profundo en el cuello. Me olvidé de todo eso y me fui en busca de mis armas. Miré a mi izquierda y vi la Master Sword junto al escudo Hyliano. Me acerqué y las cogí. Miré mi escudo y limpié un resto de sangre que había en un relieve. A continuación lo guardé. Luego miré la Master Sword. Miré su filo y vi el reflejo de algo. Lo miré mejor y vi el reflejo de una persona al lado del trono. Estaba de espaldas a mí. Me giré lentamente para no alarmarle y que se marchase. Era un hombre alto, de pelo corto y castaño y vestimenta de espía. Este cogió una daga ensangrentada del suelo. Me di cuenta de que era la misma que evitó la muerte del rey. En ese momento el hombre se giró y me miró con cara de sorprendido. Me fijé en algo que llevaba en su cuello. Era un collar, era una daga en miniatura.
-No puede ser...-dije. El hombre se guardó la daga y se acercó al ventanal que había a la derecha del trono rápidamente. Supuse que era para lanzarse y escapar. Antes de que saltase decidí hablarle.
-¿Eres tú Ismael?-le pregunté recordando a alguien que hacía mucho tiempo que no veía. El hombre se detuvo en seco en el borde del ventanal y me miró.
-¿Cómo sabes mi nombre?-me preguntó.
-¿No te acuerdas de mi?-le pregunté. Ismael bajó de la ventana y se acercó un poco a mí.
-¿Debería acordarme de ti?-me preguntó. Hice un poco de memoria. Intentando recordar algo que le dije hace muchos años.
-Lo siento, pero debo marcharme-me dijo. Se dio media vuelta y volvió a acercarse al ventanal.
-Muchas gracias, me has salvado, pensé que esos burros me robarían lo poco que tengo y que me matarían-le dije. Noté como Ismael se quedaba un poco alelado con esa frase. Se giró lentamente y me miró.
-No hay de qué, pareces tener frío, ¿quieres venir a mi casa a comer algo?-dije recordando cierta conversación.
-No puede ser verdad...-dijo Ismael sorprendido.
-Me llevaste a tu casa y me diste un plato de sopa, ¿recuerdas...Isma?-le pregunté.
-¿Irina?-me preguntó acercándose a mí.
-Veo que no me has olvidado en todos estos años-le dije sonriendo.
-¡Madre mía Irina!-me dijo. Se acercó a mi corriendo y me dio un abrazo.
-Me alegra verte de nuevo Isma, pensé que ya no volvería a verte nunca-le dije.
-Pero...es increíble, cómo has cambiado-dijo mirándome de arriba a abajo.
-Tú también has cambiado mucho-le dije mirándole.
-Ya eres una mujer hecha y derecha-me dijo
-Y veo que tú sigues en eso de espiar y robar-le dije
-Bueno, no tengo nada más que hacer y no tengo trabajo, necesito comer así que tengo que robar-me dijo
-¿Por qué no te quedas conmigo? Un aliado más no nos vendría mal-le dije
-¿Un aliado más?-me preguntó.
-Sí, ¿no te has enterado?-le pregunté
-Pues...no-me dijo. Le conté lo de que los Dioses Oscuros se habían escapado del Medallón y de que estábamos haciendo un viaje para encontrar a los héroes.
-Vaya, así que vas tras los héroes...-me dijo
-Sí, pero igualmente necesitamos más aliados, Link está enfermo y no puede luchar-le dije
-Eso parece-me dijo. En ese instante mi estómago rugió con ganas. Ambos nos miramos y reímos
-Tan comilona como siempre ¿eh?-me preguntó.
-Las malas costumbres nunca se van-le dije
-Bueno, no está mal comer, pero si no tienes dinero...-me dijo
-Venga ya, ¿no has trabajado para nadie en todo este tiempo?-le pregunté.
-Para unos cuantos ricachones, pero nada importante-me dijo
-Bueno, vamos a cenar algo que ya es de noche y ya que estoy te presento al resto del grupo-le dije.
-No sé si será buena idea Irina-me dijo.
-¿Acaso tienes miedo?-le pregunté.
-No, pero tal vez a tus amigos no les haga gracia-me dijo
-No seas bobo, necesitamos gente para luchar y cuanta más mejor-le dije
-Bueno, está bien, la verdad es que hace mucho que no como como es debido-me dijo.
-Entonces vamos, ya deben estar todos en el comedor-dije. Ambos nos dirigimos a la puerta. Isma me cedió el paso como buen caballero y nos fuimos al comedor. Entramos por la puerta y vi como todos miraban con asombro al nuevo miembro del grupo.
-Bien chicos, quiero presentaros a Ismael, es un viejo amigo, es buen guerrero así que será uno más del grupo-dije.
-Podéis llamarme Isma-dijo este. Todos le saludaron. Él se sentó justo delante de mí. Comimos rápidamente ya que todos teníamos hambre. Cuando terminamos de comer nos pusimos a hablar un poco.
-Así que sois amigos-dijo Jin
-Sí-contesto Isma mientras le servían un poco de agua.
-¿Y desde cuándo?-preguntó Jin
-Pues...desde que tenía yo 10 años y él 11-dije.
-Mmm...así que os conocéis desde hace ya...-dijo Jin
-¿Acaso estás celoso porque le conozco desde antes que a ti?-le pregunté
-¿Yo? No, creo que te equivocas-me dijo. Noté burla en su voz.
-No me tomes el pelo anda-le dije empujándole un poco.
-¿Y cómo os conocisteis?-preguntó Mist.
-Puff...pues...-dijo Isma usando la memoria.
-Fue el invierno de hace 13 años, yo aún era humana completamente y vivía sola en España, un lugar de este mundo, era muy joven e inexperta, me ganaba la vida limpiando los zapatos de la gente rica y cuidando los caballos de las carreras que se celebraban el los hipódromos-dije recordando los momentos más duros de mi vida.
-Un día yo estaba robando un trozo de pan de un puesto en el mercado cuando veo que unos niños mayores se metían con una niña pequeña y muy frágil aparentemente-dijo Isma
-¿Esa niña eras tú?-preguntó Darky
-Sí, me arrastraron hasta un callejón sin salida, me arrinconaron en una esquina y me amenazaron con una espada de hierro, yo era muy pequeña para poder defenderme, una espada de hierro para mí era como la Master Sword, igual de peligrosa-dije.
-Los seguí a una distancia prudente y me escondí tras unos barriles que había en el callejón-dijo Isma.
-Esos niños de unos 16 años me dijeron que o les daba todo lo que llevaba encima o me mataban, yo estaba muerta de miedo así que saqué las 4 moneduchas que tenía perdidas en un bolsillo de mi enorme y viejo abrigo y se las di-dije recordando ese mal día.
-Escuché como decían que eso era muy poco y que la matarían igualmente, Irina suplicó y rogó clemencia pero aquellos bestias eran demasiado bestias como para entender de clemencia-dijo Isma
-El que me amenazaba con la espada elevó la misma contra mí, pensé que o me moría porque me matarían o por el ataque cardíaco que me daría-dije sonriendo. Todos los presentes rieron un poco.
-Antes de que la hicieran daño, salí de mi escondrijo y dije lo de "dejadla en paz"-dijo Isma riendo.
-Los 5 niños le miraron y se rieron de él,  "¿acaso es tu novia?" preguntó uno-dije recordando la conversación
-Los 5 se acercaron a mí, solo uno iba armado pero los demás eran enormes y tenían las manos llenas de moratones, por lo que deduje que eran buenos guerreros a puñetazo limpio-dijo Isma
-Mientras los brutos esos se acercaban a Isma, yo me escondí tras un carro que había cerca, asomé un poco la cabeza para ver qué iba a pasar-dije
-Las bestias pardas se acercaron a mi y me rodearon, el que iba armado me atacó pero esquivé su lento ataque y le di una buena patada, lo dejé inconsciente-dijo Isma
-Bueno, bueno, no te hagas el héroe, inconsciente tampoco, lo dejaste algo aturdido-dije contando bien los hechos.
-Bueno vale, perdona, exageré un poco-me dijo sonriendo.
-¿Solo un poco? Anda sigue-dije riendo
-Mientras el otro estaba algo aturdido los otros 4 se abalanzaron sobre mí, saqué mi daga de acero y me puse a pelear-dijo Isma.
-Yo estaba fascinada, ese muchacho un poco más mayor que yo estaba dando la cara por mí y no se manejaba nada mal con la daga-dije
-Al cabo de un poco pude acobardar a los monstruos y se marcharon, guardé mi daga y me acerqué al carro donde esa niña se escondió-dijo Isma
-Al principio me asusté, si había espantado a los otros 5 significaba que era muy fuerte, así que me agarré bien a la rueda del carro-dije sonriendo
-Me acerqué a la niña y vi que estaba aferrada a la rueda como una garrapata a la carne, extendí mi mano en señal de que no la haría daño-dijo Isma.
-Miré dudosa su mano y luego le miré a los ojos, él me sonrió y, no sé porqué, el miedo se me fue, cogí su mano y me puse en pie-dije
-"Hola, me llamo Ismael"dije-dijo Isma recordando nuestra primera conversación.
-"Soy Irina, muchas gracias, me has salvado, pensé que esos burros me robarían lo poco que tengo y que me matarían" dije-dije recordando esa sensación de seguridad que sentí al tocar su mano.
-"No hay de qué, pareces tener frío, ¿quieres venir a mi casa a comer algo?" dije-dijo Isma.
-Yo acepté y me llevó por las calles de la cuidad, al rato de estar caminando entramos en una casa un poco ruinosa pero que tenía techo para protegerte de la lluvia, Ismael me dijo que le esperase mientras se iba un momento, yo me quedé sentada en el lugar donde me dijo que no me moviera, al rato llegó con un par de platos con sopa caliente, se acercó a mi y me dio uno, "¿de dónde los has cogido?" pregunté-dije recordando la casa ruinosa de Ismael.
-"Los he robado en una casa de ricos, no creo que no echen en falta" dije-dijo Isma.
-Ambos comimos la sopa y desde entonces no nos hemos separado-dije sonriendo
-Hasta aquel día...-dijo Isma suspirando.
-Sí, cierto...-dije.
-¿Qué pasó ese día?-preguntó Micaiah curiosa.
-Pues fue el día en el que mis jefes me eligieron como nueva Diosa de la Guerra, me fui a casa de Isma y se lo conté, él al principio creía que le mentía pero luego se lo creyó, nos despedimos con lágrimas en los ojos y me fui a Hyrule, no volví a verle nunca más-dije con tristeza
-Hasta hoy, por primera vez desde hace mucho tiempo tengo ganas de sonreír de corazón-dijo Isma sonriendo.
-Bueno, bien está lo que bien acaba-dijo Jin
-Cierto-dije sonriendo. En ese instante alguien abre la puerta. Vi a la reina algo pálida.
-¿Qué ocurre Majestad?-preguntó Sothe
-Es Rafiel, dice que necesita vuestra ayuda Irina, para el antídoto de mi hijo-dijo ella. Me puse en pie rápidamente y me fui con ella. Corrimos hasta la habitación de Pelleas. Entramos y vi a este muy débil y pálido. Su pulso era bajo y su respiración era muy lenta.
-Ya he preparado el antídoto, pero el libro dice que debéis añadir vos el último ingrediente-me dijo Rafiel dándome unos pétalos de rosa machacados en un mortero y un vaso con un líquido dentro.
-¿Por qué yo?-pregunté
-El libro pone que la Diosa de la Guerra debe añadir el último ingrediente para que surta efecto-me dijo Soren, el cual también se encontraba allí.
-Bueno, pues allá voy-dije. Eché los pétalos machacados en el vaso y lo removí todo un poco. La pócima cobró una tonalidad azulada. Me acerqué a Pelleas y le incorporé con mi brazo izquierdo y le di a beber con la mano que me quedaba libre. Me costó bastante darle de beber pero Soren y Rafiel me ayudaron. No se derramó ni una sola gota. Cuando terminó de beber lo tumbamos de nuevo. Estaba impaciente por saber si el antídoto había surtido efecto pero según Soren tardaría al menos un día en hacer efecto. Había una pregunta que rondaba mi mente desde hacía mucho y ahora latía con más fuerza, ¿sucumbirá el rey o sobrevivirá?...

3 comentarios:

  1. que intriga y que condicion un poco rara que sea la diosa guerrera deba añadir el ultimo ingrediente

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  2. AAAAA NO PUEDO CREERLO QUE YA SE ACABO POR ESTE MES!! Espero que vuelvas a escriir pronto, si lo haces abisame por caballow, ya sabes mi cuenta... Supongo, sino es Zelda999.

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  3. ok, estoy con el próximo capítulo, en unos días estará disponible para todos!!

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