viernes, 4 de febrero de 2011

Capítulo 14: La Tortura De Micaiah Y Un Nuevo Aliado

Seguimos a Dokami por la pradera al norte de Kakariko. Íbamos al galope tendido para salvar a Micaiah cuanto antes, pues Jarod y Ludveck podrían hacerla de todo. Sothe cada vez estaba más nervioso y su corazón latía desbocado. Cuando íbamos a cruzar el puente de Eldin, Spirit se tropieza con algo y ambos caímos al suelo rodando. Estuve dando volteretas durante varios segundos y por poco no me di contra una de las columnas en ruinas que había frente al baluarte del puente. Me quedé tumbada boca arriba, mirando al cielo y dándole vueltas a como Spirit pudo tropezar. Jin se bajó de su caballo y vino a mi lado.
-¿Estás bien?-me preguntó mientras me ayudaba a sentarme en el suelo.
-Creo que sí-le contesté. Jin me ayudó a ponerme en pie. En cuanto apoyé el pie derecho en el suelo sentí como si alguien me atravesase el tobillo con una espada. Grité de dolor y me apoyé en Jin. Este me agarró con fuerza y me cogió en brazos. Me llevó junto a los demás y me dejó cerca de Spirit. Este se sentó en el suelo y sus patas delanteras me sirvieron de respaldo. Jin me quitó la bota derecha, el calcetín y me tocó el tobillo. Comenzó a examinarlo y, cada vez que apretaba, me dolía más.
-Tienes un esguince-me dijo. Me alegraba tener alguien cerca que supiese del cuerpo humano.
-¿Rhys puede curarlo?-preguntó Ike
-No lo sé, es un estiramiento excesivo del ligamento no una herida-dijo Jin.
-No creo que pueda caminar-dije conteniendo mis ganas de gritar por el dolor que sentía.
-Lo siento Irina, no sé como he podido tropezar-me dijo Spirit arrepentido.
-No importa, lo que me parece extraño es que hayas tropezado en un terreno que conoces bien-dije.
-Yo tampoco lo entiendo-me dijo
-Lo mejor será que me dejéis aquí y que vayáis cuanto antes a por Micaiah, yo volveré con Spirit a Kakariko-dije.
-¿Estás segura?-me preguntó Jin
-Es lo mejor, además el latir del corazón de Sothe me está poniendo de los nervios-dije escuchando el latir del mismo.
-Bueno, entonces vamos-dijo Geoffrey.
-¡Me voy adelantado!-dijo Sothe. Este espoleó a su caballo y salió galopando.
-¡No Sothe, esperad!-grité, pero ya era demasiado tarde. Sothe se había salido de mi campo de visión.
-Id con él, es capaz de dejarse capturar con tal de que suelten a Micaiah-dije.
-Cierto-dijo Nolan
-Ten cuidado-le dije a Jin. Este me puso el calcetín y la bota. Me besó la mejilla y le di un abrazo. Jin se montó en su caballo y me guiñó un ojo. Todo el grupo salió al galope tras Sothe.
-Bueno compañero, habrá que volver a Kakariko-le dije a Spirit. Este se levantó, yo me puse a cuatro patas con algo de dificultad y Spirit pasó su cabeza entre mis piernas, hizo fuerza en su cuello y me elevó. Me escurrí hacia atrás y quedé montada en la silla.
-Gracias cielo, pero volvamos al paso, me duele mucho el tobillo-le dije dándole una palmada en el cuello. Fuimos dando un paseo. Hacia calor así que hice correr una brisilla que nos acarició suavemente la cara a ambos. Al cabo de media hora llegamos al portón de Kakariko. Caminamos hasta el templo y llamé a la puerta aún montada en el lomo de Spirit. Leonardo abrió la puerta y me miró sorprendido.
-¿Qué ocurre Irina?-me preguntó.
-Me he hecho un esguince, pensé que tal vez tendrías algo para curarlo-le dije.
-Claro, pasad-me dijo. Spirit entró en el templo, agaché la cabeza para no darme con el marco de la puerta. Fuimos hasta la "Sala de Curación" y Spirit sentó el culo en los pies de la cama, hizo fuerza y se puso totalmente vertical. Caí de espaldas en la cama. Spirit se puso a mi lado izquierdo y Leonardo me quitó la bota y el calcetín. Examinó mi esguince y se fue sin decir una palabra.
-Tan silencioso como siempre-dije en voz alta. Spirit rió un poco. Al rato aparece Leonardo con un mortero en la mano y unas vendas. Se sentó a mi lado y dejó las cosas en una mesa cercana.
-Bien, la crema del mortero te quitará el dolor, por lo que podrás caminar, correr, combatir y todo eso. Mientras tengas la crema puesta, la piel la absorberá y curará el tobillo. La venda es para que la pomada no se esparza por el lugar erróneo-me dijo remangándose. Cogió el mortero y con la mano derecha me echó la pomada en el tobillo herido. La aplicó uniformemente y luego me vendó con fuerza. Me puso el calcetín y luego la bota. Al poco rato el dolor cesó y pude ponerme en pie sin molestia alguna.
-Gracias Leonardo-le dije.
-De nada-me dijo. Cogió el mortero y se marchó sigiloso como un fantasma.
-Vamos Spirit, tenemos trabajo-dije. Me monté en él y salimos corriendo del templo. Fuimos a la pradera norte al galope tendido para alcanzar cuanto antes al grupo, pero algo me decía que ya no los alcanzaría, pues hacía mucho que se habían ido. Llegamos a la pradera y noté como Spirit aminoraba la marcha. Llegó un momento en el que se paró y miró un boquete que había en el suelo.
-Así que con eso te tropezaste-dije.
-Esto no estaba aquí antes, sino lo hubiera esquivado-me dijo observando con detenimiento el boquete claramente producido por la mano humana.
-Bueno, dejemos eso, tenemos otras cosas que hacer-le dije. Salimos corriendo de nuevo. Cruzamos el puente de Eldin sin ningún problema. Continuamos corriendo por los senderos de Hyrule hasta que llegamos a la pradera que había al norte del castillo. Nos escondimos tras una roca que había. Me asomé y vi un gran campamento, con un montón de soldados de Begnion y Felirae, cientos de centinelas y criados corriendo de un lado a otro.
-Menudo chiringuito-dijo Spirit.
-Ya, lo que me preocupa es aquello de allí-dije señalando un caballo atado en un poste. Era el caballo de Sothe.
-¿Crees que lo han cogido?-me preguntó.
-O se ha dejado coger-dije.
-Este chico está loco-dijo. En ese momento un par de centinelas pasaron por delante de la roca, menos mal que no nos vieron.
-Ese chico está perdido-dijo uno.
-¿Para qué lo quieren exactamente?-preguntó el otro.
-Van a torturarle para que la muchacha esa prediga el futuro si se niega a hacerlo voluntariamente, pero ya sabes que al jefe le gusta ver a la gente sufrir, así que creo que el muchacho acabará moribundo en un rincón-dijo. Me quedé algo bloqueada al oír eso. Los centinelas se marcharon y Spirit y yo nos miramos.
-Si me dejo coger malo-dije
-Y si vamos a saco también-me dijo.
-Entonces habrá que usar la cabeza-dije.
-¿Y cómo vas a meterte entre ellos sin que se den cuenta?-me preguntó. En ese instante un par de soldados aparecen con un joven muchacho en las manos, no era Sothe pues llevaba un uniforme de Begnion pero parecía un poco novato.
-¡Venga camina!, odio a los novatos-dijo uno de los soldados mientras empujaba al joven.
-Les dejan entrar en cualquier lado y ni siquiera saben usar una espada-dijo el otro.
-Así que en todos lados...-dije pensativa.
-¿Piensas lo que yo creo que piensas?-me preguntó. Yo asentí con una sonrisa un tanto malvada.
-¿Y cómo vas a conseguir el traje?-me preguntó.
-Cogeré alguno, lo dejaré fuera de combate, lo ato a un árbol después de quitarle el uniforme y listo-dije con el plan preparado.
-Por ahí va uno solo-dijo Spirit mirando tras de sí.
-Allá voy-dije. Cuando el soldado pasó la roca donde estábamos, me acerqué a él sigilosa cual pantera y le toqué la zona del cuello que "cortaba" el envío de órdenes al cuerpo. El muchacho cayó desplomado al suelo, le cogí y lo llevé tras la roca, le dejé en ropa interior y me puse su armadura. Le llevé junto a un árbol, le até las manos al mismo y le amordacé para que no alertara a los demás. Spirit se acercó a mi y me miró de arriba a abajo.
-¿Y bien?-pregunté desfilando con la armadura de Begnion puesta.
-Estás muy bien, la armadura es de tu tamaño, lo malo es que se te ve la cara-me dijo
-Tal vez con una bufanda...-dije.
-O con un casco grande-me mijo Spirit mirando un soldado de grandes proporciones, pero era musculoso sin duda.
-Yo no puedo dejar fuera de combate a ese coloso-dije.
-Ya voy yo-me dijo Spirit. Se acercó sigilosamente al soldado y le coceó con todas sus fuerzas en la espalda, dejándolo más muerto que vivo. Me acerqué e hice lo mismo que con el muchacho de antes. Le quité el casco y me lo puse. Me quedaba grande lo suficiente como para ocultar mi rostro a todo el mundo, pero me dejaba ver.
-Bueno, espérame aquí, en cuanto te llame arrasas con todo y vienes a mi lado, ¿estamos?-pregunté. Spirit asintió y me adentré en el campamento enemigo arriesgándome a que me descubriesen. Estuve cotilleando en todas las tiendas pero no encontré ni a Sothe ni a Micaiah. En ese instante alguien me toca el hombro, me giré y vi a un hombre alto, de pelo corto azul muy oscuro, ojos verdes claros y armadura roja de general.
-¿Qué haces aquí soldado?-me preguntó con voz de líder pero con serenidad.
-Soy nuevo y no sé donde ir Mi General-dije poniendo voz de hombre.
-Ven, tengo un trabajo para ti-me dijo. Me invitó a caminar y me guió a una tienda con una celda dentro. En ella vi a Micaiah sentada en el suelo.
-Quiero que la vigiles y que después ayudes a los hombres que vengan, ¿de acuerdo?-me preguntó
-Si Mi General-dije. El hombre se marchó. Decidí no hablar con Micaiah para no levantar sospechas. Al poco rato apareció Sothe, le tiraron al suelo y cayó de boca. A continuación dos hombres aparecieron. Eran Jarod y Ludveck. Intenté controlar a Devil para no lanzarme al ataque.
-¡Sothe!-dijo Micaiah poniéndose en pie y agarrando los barrotes con fuerza.
-¡Micaiah! ¿Estás bien? ¿Estás herida?-preguntó Sothe poniéndose en pie y acercándose a la celda.
-Estoy bien Sothe-dijo Micaiah
-Qué tierno...-dijo Jarod
-Siempre me gustaron los reencuentros enternecedores-dijo Ludveck. No sabía porqué pero algo me decía que ahora las cosas no serían tan bonitas.
-Bueno Micaiah, tenemos dos opciones-dijo Jarod.
-La primera es que nos digas lo que ves en tus visiones voluntariamente...-dijo Ludveck
-Y la segunda es que nos digas lo que ves pero por la fuerza...-dijo Jarod
-Yo no puedo ver las cosas sin más, yo no tengo visiones cuando quiero...-dijo Micaiah algo asustada.
-Tendrás que hacer un esfuerzo entonces...-dijo Ludveck caminando hacia Sothe. Le cogió con mucha fuerza de un brazo y lo arrastró junto a Jarod. Le lanzó al suelo y Sothe cayó de rodillas.
-No le hagas daño...-dijo Micaiah con el corazón a punto de salir por la boca.
-No te preocupes, no le haremos nada-dijo Jarod sonriendo. Este se acercó a Sothe y le cogió del pelo, tiró hacia arriba y Sothe se puso en pie. Le agarró de las manos y se las puso a la espalda, dejando al ladrón totalmente  inmovilizado.
-¡¡Suéltame!!-gritó este enfadado. Le ataron las manos y se lo llevaron fuera.
-Soldado-dijo Ludveck dirigiéndose a mí.
-¿Si Mi Señor?-pregunté acercándome a él.
-Coge a la muchacha, átala y llévala fuera, vamos a divertirnos un rato-dijo. No tuve más opción que obedecer. Al salir con Micaiah en las manos vi que todos los soldados, incluso el que me medio pilló cotilleando, estaban formando un círculo. El único que estaba sentado era el hombre que me llevó a la tienda. Me llevé a Micaiah al centro del círculo como me ordenaron. La dejé junto a Sothe arrodillada en el suelo.
-Micaiah, no me obliguéis a hacer esto, no me agrada para nada, pero tengo órdenes de haceros hablar así que ruego que habléis ahora-dijo el de armadura roja y ojos verdes.
-Ya os dije antes que no puedo ver las cosas cuando quiero...-dijo Micaiah.
-¿Entonces cuando?-preguntó el hombre.
-No lo sé, cuando vienen, yo no puedo saber cuando va a venir una o no-dijo Micaiah.
-Lo lamento pero no me queda más opción que haceros hablar por la fuerza-dijo el general. Este hizo un gesto leve con la mano y un par de hombres realmente enormes aparecieron. Uno era rubio y el otro moreno. Eran como bestias pardas de una altura de 2 metros y espaldas igual de grandes como armarios. Sus brazos eran como un muslo mío. Eran aterradores. El general se puso en pie y les dijo algo a los dos hombres, con el bullicio general no pude oír lo que decía. El hombre se marchó y dos los colosos agarraron a Sothe. Un soldado cogió a Micaiah. Uno de los colosos le quitó la camiseta a Sothe y me la lanzó, la cogí al vuelo y me la quedé en la mano por si tenía que arrearle a alguien con ella o devolvérsela a Sothe cuando le salvase.
-Sothe...-dijo Micaiah preocupada a más no poder.
-Bien muchachos, dejadle como si una manada salvaje de caballos le hubiera pasado por encima-dijo Ludveck. Al instante el coloso moreno le dio un puñetazo a Sothe en el estómago que por poco lo parte a la mitad. Sothe cayó de rodillas al suelo y comenzó a sangrar un poco por la boca. El coloso rubio le cogió del pelo y le obligó a ponerse en pie. El moreno le cogió y le puso los brazos a la espalda, dejando el torso de Sothe vulnerable a cualquier golpe. El rubio le golpeó varias veces seguidas. Me costaba mirar pero debía hacerlo para que nadie sospechase nada. Al rato de estar tratándolo como un saco de patatas el moreno soltó a Sothe y este cayó al suelo sin fuerzas. Su respiración era acelerada y tenía varias heridas y moratones.
-¡Venga levanta!-gritó el moreno. Este le dio una patada a Sothe y le hizo rodar varios metros.
-¡¡Sothe!!-gritaba Micaiah sin parar. Su corazón cada vez latía más deprisa y cada vez lloraba más. El coloso rubio cogió a Sothe del suelo, le elevó en el aire y lo lanzó. Sothe cayó de espaldas en el suelo, escuché como un par de costillas se rompían. "Debemos entrar en acción Irina" me dijo Devil algo desesperada, "aún no" contesté, "como quieras pero si me pongo muy de los nervios ya sabes que me lanzaré al ataque" me dijo. Sothe estaba todo amoratado, herido y la fractura de esas dos costillas le impedirían ponerse en pie. El moreno le cogió y le puso en pie.
-Vaya, ¿te hemos hecho daño? Lo sentimos mucho...-dijo este. El coloso rubio se acercó a Sothe y le golpeó varias veces con el puño cerrado en las costillas rotas. Sothe gritaba de dolor como era normal.
-¡¡Basta por favor, basta!!-gritó Micaiah forcejeando con el soldado que la tenía presa.
-No hagáis caso, continuad-dijo Ludveck. Ambos colosos soltaron a Sothe y este se mantuvo en pie con mucha dificultad. "Usa el conjuro de cambio de cuerpo" me dijo Devil, "Ludveck ya se lo sabe, en cuanto me oiga hablar ya sabrá quién soy" contesté, "¡pues ayúdale de otra manera! ¿vas a dejar que lo maten?" me preguntó, "todavía no es el momento" dije, "espero que Sothe salga vivo de esta" me dijo Devil enfadada. Los colosos siguieron dándole a Sothe la paliza de su vida. Llegó un momento en el que el joven no podía siquiera respirar con normalidad debido a que le habían roto alguna costilla más.
-Bueno, gracias, ahora nos divertiremos nosotros-dijo Jarod. Este se acercó a Sothe y le cogió del pelo. Le obligó a mirarle a los ojos. Mientras tanto los colosos se marcharon.
-Bueno Micaiah, ¿ves algo?-preguntó Ludveck.
-Ya os he dicho que no puedo...-dijo Micaiah llorando y mirando a su hermano medio muerto.
-Bueno, entonces tendremos que seguir a lo nuestro-dijo Jarod. Este soltó a Sothe en el suelo y le dio una patada en las costillas rotas. Sothe gritó de nuevo y rodó un metro. Quedó boca arriba cerca de su hermana.
-Sothe...-dijo esta llorando.
-Mi...ca...iah...-dijo Sothe. Su boca estaba ensangrentada al igual que su nariz y sus cejas. Realmente estaba hecho un trapo.
-Bien soldados, ahora cada uno le golpeará donde quiera-dijo Ludveck. Todos los soldados se acercaron al pobre Sothe y le golpearon, mayoritariamente, en las costillas. Cuando me tocó a mí todos me miraron, pues no me moví de mi sitio.
-Soldado, vamos, te toca-me dijo Jarod. Me adelanté y me acerqué a Sothe. Le miré a los ojos y vi mucho dolor y sufrimiento.
-Por favor, no le hagáis nada, por favor...-me dijo Micaiah llorando. La miré y luego miré de nuevo a Sothe. Le costaba mantener los ojos abiertos y su interior cada vez estaba más dolorido. Tenía moratones por todo lo que era carne.
-Soldado ¿a qué esperas?-me preguntó Ludveck.
-Lo siento Mi General, pero no puedo-dije.
-¡¿Cómo que no puedes?! ¡¿Osas desobedecer una orden de tu superior?!-me gritó Jarod acercándose a mí.
-Es que...veréis Jarod...vos no sois mi superior-dije. Le di una patada en el pecho y lo lancé varios metros hacia atrás. Me acerqué a Sothe rápidamente y me lo eché a la espalda. Le hice daño en las costillas.
-Los siento Sothe-le dije con mi voz normal. Le lancé una ráfaga de viento al soldado que tenía presa a Micaiah y me acerqué a ella.
-¡¡¡Spirit!!!-grité. Al segundo veo a este venir galopando a mi lado.
-¡¡Llévalos a casa!!-grité. Cogí a Micaiah con la otra mano y, cuando Spirit pasaba, los lancé al lomo de este. Spirit no se detuvo tal y como le ordené.
-¡Apresad a ese traidor!-gritó Ludveck. Todos los soldados me rodearon y Ludveck apareció entre ellos blandiendo su espada.
-Para ti señorita traidora-dije sonriendo. Vi como Ludveck se quedaba pálido de nuevo. Me quité el casco y le arreé con el mismo a un soldado en la cabeza.
-Tu otra vez-me dijo.
-Sí, aquí estoy-dije. Me quité la armadura rápidamente y lancé las diferentes partes que la componían a los soldados. Dejé al menos 10 fuera de combate. Todos los soldados vinieron a por mi pero esquivé sus ataques y les di una tunda que me dolió hasta a mí.
-Bueno Ludveck, uno contra uno como hace unas escasas horas-le dije desenvainando mi Master Sword.
-Bien te dije que nos veríamos muy pronto-me dijo. Ambos comenzamos a dar vueltas en círculos pero sin dejar de mirarnos fijamente.
-Veamos si has aprendido algo de la última paliza que te di-le dije. Ambos comenzamos a luchar. Él me atacaba pero yo esquivaba sus ataques y le devolvía el golpe con una estocada. Más de una vez le di con mi escudo y le dejé aturdido, momentos que aproveché para montarme en su espalda y golpearle en la cabeza con la empuñadura de mi espada. A los 20 minutos de estar luchando dejé a Ludveck tendido en el suelo totalmente inconsciente.
-¡Uno menos!-dije con ánimos.
-Ahora me toca a mí-dijo Jarod. Este desenfundó su lanza y su escudo. Ambos eran morados a juego con su armadura.
-¿Sabes? Siempre me gustó el morado-le dije sonriendo. Jarod se lanzó a por mi pero le esquivé fácilmente. Envainé mis armas y me puse a correr con Jarod tras de mí. Iba directa a un árbol.
-Yo que tú giraría-me dijo.
-El problema es mío no tuyo-le dije acercándome cada vez más al árbol. Cuando estuve cerca del tronco di un salto, me subí a este, caminé hacia arriba, di un salto mortal hacia atrás y caí tras Jarod.
-¡Hola!-dije enérgicamente. Jarod se cubrió con su escudo pero se lo quité de una patada. A continuación le lancé un directo a la cara que le dejé totalmente sin sentido. Cayó al suelo desplomado.
-Adoro mi trabajo-dije sonriendo. Me giré y vi al general de rojo, ojos verdes y pelo azul oscuro con una jauría de soldados tras de sí.
-Sois una buena guerrera, pero no puedo dejar que campéis a vuestras anchas por el campamento-me dijo.
-Muchas gracias-le dije. Ambos nos acercamos en uno al otro.
-Supongo que sabéis quién soy-me dijo desenvainando su arma.
-Esos ojos verdes son inconfundibles general Zelgius-dije sonriendo pícaramente mientras sacaba mi escudo Hyliano.
-Gracias, vos sois La Diosa de la Guerra ¿cierto?-me preguntó.
-Cierto, pero llamadme Irina, queda más amistoso-dije.
-Bien Irina, veamos como os defendéis ante mi-me dijo. Me lanzó una veloz cuchillada la cual frené con mi escudo pero me hizo retroceder.
-Vaya, tras esa armadura debe de haber un cuerpo serrano-dije sonriendo mientras Devil me repetía una y otra vez que qué guapo era el general. Zelgius se lanzó a por mi de nuevo pero esta vez hice un ataque de escudo y le hice retroceder a él.
-No está mal-me dijo.
-Gracias, mucha práctica acumulada-le dije. Volvió a atacarme pero le esquivé dando un giro a la izquierda, le empujé y cayó al suelo. Rápida como el rayo me abalancé sobre su espada pero Zelgius me dio en el costado y me apartó de ella. La cogió y se puso en pie.
-Pensé que erais todo un caballero y que dejabais a las mujeres primero, pero ya veo que solo eran rumores-dije. Me puse en pie de un salto y le miré fijamente a los ojos.
-Realmente vuestros ojos son preciosos general, un verde muy poco común-dije.
-¿Podéis dejar eso y luchar?-me preguntó molesto.
-Oh, lo siento, no era mi intención desviarme del tema-dije. Me lancé a por él saltado, Zelgius se defendió con su espada y me hizo un corte en el abdomen. Caí al suelo tumbada boca arriba, me senté en el suelo y me miré el abdomen.
-¡Oh vaya! ¡Estoy harta de que me hieran en el abdomen! ¡Con la de sitios que tiene el cuerpo humano!-dije. En ese instante me desmayé.
Me desperté tumbada en el suelo, no abrí los ojos para dar a pensar a todos que estaba inconsciente. Escuché como el general cachas se acercaba a mi despacio. Se arrodilló a mi lado y me tomó el pulso.
-Sigue viva, encerradla en la celda de mi tienda-dijo. En ese instante me incorporé y le di con la cabeza en la nariz, le hice sangre del golpe y Zelgius cayó al suelo de espaldas.
-¿Y qué vamos a hacer en vuestra tienda?-pregunté con picardía. Zelgius me miró sorprendido. Me puse en pie de un salto. Todos los soldados se acercaron a mi y me rodearon.
-Lo siento Zelgius, me encantaría ir con vos a vuestra tienda pero hoy no podrá ser, tal vez otro día-dije guiñándole un ojo. Abrí mis alas negras y me fui volando. Mientras elevaba el vuelo una flecha me dio en el ala derecha, caí al suelo desde una altura de 3 metros. Me senté en el suelo y me eché las manos al ala.
-¡Apresadla!-gritó un soldado. Unos soldados me cogieron, me ataron las manos y me llevaron a la celda donde encontré a Micaiah. Me empujaron al interior y cerraron la celda con llave. Me senté en el suelo y me miré el ala. Al poco rato entra por la "puerta" de la tienda Zelgius.
-No lucháis mal-me dijo sentándose en una silla y tocándose la nariz, la cual aún sangraba.
-Gracias, vos tampoco-le dije poniéndome en pie y agarrando los barrotes.
-Así que vos sois Devil Irina, la otra parte de la Diosa de la guerra-me dijo.
-Exactamente exacto-le dije bromeando.
-Veo que no perdéis el sentido del humor ni siquiera en territorio enemigo-me dijo poniéndose en pie y acercándose a la celda.
-Si no te tomas la vida con un poco de humor esta te comerá vivo-dije. Zelgius rió un poco y se marchó tras una cortina. Mientras hacía lo que fuera me fijé en que le celda era una jaula para osos dentro de una tienda de tela, por lo que solo tendría que escaparme de la celda y salir corriendo por la pradera de Hyrule. Al rato Zelgius sale de detrás de la cortina a torso desnudo. Por poco no me babeé.
-Vos lo hacéis por distraer ¿verdad?-le pregunté mirándole los abdominales.
-No estoy acostumbrado a que haya mujeres en mi ejército así que no me corto un pelo en ir medio desnudo-me dijo guardando la armadura en una espacie de armario.
-¿Y todos los hombres hacen lo mismo?-pregunté mientras se acercaba a la celda. Se puso tan cerca que sentí su respiración.
-Todos-me dijo.
-Creo que ya he encontrado mi lugar para ir de vacaciones de verano-dije riendo. Zelgius rió también. Me miró con esos ojos verdosos y esa cara de duro que hacía que me derritiese cual hielo al contacto con el fuego.
-Realmente estáis de buen ver-le dije.
-Realmente sois descarada-me dijo.
-Es mi carácter-le dije.
-Supongo que la Irina normal no es así-me dijo
-No, no lo es, me deja al cargo de tirarle los tejos a lo hombres que para eso soy la experta-le dije. Mientras el tiempo pasaba estuvimos hablando de cosas de guerra, técnicas de combate y tácticas para tomar castillos.
-Ahh, así fue como atravesasteis la muralla-le dije.
-Era fácil de predecir, solo que el enemigo no esperaba que atacásemos por aquí-me dijo señalando una parte de un mapa que había colocado en el suelo por fuera de la celda. Ambos estábamos sentados de piernas cruzadas.
-Sois un buen estratega-le dije.
-Es mi trabajo, me pagan para eso-me dijo.
-¿Para qué senador trabajáis ahora?-le pregunté.
-Para el Duque de Culbert-me dijo algo cabizbajo.
-¿Para el senador Valtome?-pregunté sorprendida. Zelgius asintió.
-Pero si no aguantáis a ese senador, hace lo que quiere cuando quiere sin importarle el peligro que puedan correr sus tropas-dije impactada.
-Lo sé-me dijo.
-¿Pero vos no estabais a las órdenes del Duque de Persis?-pregunté.
-Sí, pero...-me dijo.
-¿Pero qué? Zelgius, decidme qué esta pasando en Begnion, os lo ruego-le dije. Zelgius suspiró y se dispuso a hablar.
-Begnion está dividida en dos bandos, el primero apoya a los senadores y el segundo a la Apóstol-me dijo
-Así que hay peligro de una guerra civil-dije.
-Sí-me dijo.
-¿Y qué pintáis vos en el primer bando?-pregunté algo confusa. Zelgius siempre fue fiel a la Apóstol.
-El senador Valtome, de la noche a la mañana, se hizo general supremo de mi ejército, privándome del poder de dar órdenes a mis hombres-me dijo.
-Así que, según estáis ahora, estáis de parte de los senadores-dije
-Sí, y eso no me gusta nada-me dijo cabizbajo
-¿Por qué no le pedís a la Apóstol que os una a su ejército?-pregunté.
-No he tenido ocasión de verla para hacerlo-me dijo
-Zelgius...-dije. Este me miró.
-¿Qué ocurre?-me preguntó.
-Creo que la mejor para pediros lo que os queremos pedir es Irina, yo no tengo tacto para esto-dije. Al instante me desmayé, dándole así el control a Irina.
Me desperté tumbada en una cama. Me incorporé y vi que estaba en la tienda del general.
-¿Estáis bien?-me preguntó alguien. Miré a mi derecha y vi a Zelgius sentado en una silla cerca de la cama, me miraba fijamente. 
-¿Por qué me habéis sacado de la celda?-pregunté apoyando los pies en el suelo.
-Si hubierais querido huir ya lo habríais hecho-me dijo
-Cierto-le dije.
-¿Qué era eso que me queríais pedir?-me preguntó.
-Zelgius, un amigo mío esta mal, por no decir al borde de la muerte, y necesitamos ir a Tellius para ver a la Apóstol Sanaki para que cure a mi amigo-le dije.
-¿Y qué pinto yo en todo eso?-me preguntó
-Me preguntaba si querríais venir con nosotros-dije. Zelgius se quedó algo impactado al oír mi propuesta.
-Yo...no puedo-me dijo.
-¿Por qué?-pregunté.
-No puedo abandonar este ejército-me dijo
-¿Acaso el ejército nunca os ha abandonado a vos?-le pregunté.
-Más de una vez-me dijo
-Entonces venid con nosotros, iremos a Begnion a pedirle a la Apóstol que cure a mi amigo y ya de paso que os una al ejército-dije.
-No sé si es buena idea-me dijo
-¿Qué hay de malo? ¿Acaso teméis que el senador Valtome se enfade y os persiga? ¡Ese marica no sabe quién sois si osa enfrentarse a vos!-dije riendo. Zelgius rió también.
-Pero no creo que vuestros amigos me aceptaran-me dijo
-No son mis amigos, solo dos de los que me acompañan son mis amigos de verdad y ellos nunca cuestionan mis decisiones, confían en mí ciegamente-le dije
-¿Me lo estáis pidiendo en serio?-me preguntó
-Totalmente-dije con seriedad.
-En tal caso...-dijo poniéndose en pie. Me puse en pie también. Zelgius extendió su mano derecha hacia mí.
-Acepto la propuesta-me dijo. Le sonreí y nos dimos la mano, pactando lealtad de ahora en adelante.
-Lo primero es salir de aquí sin que nadie nos vea-dije en voz baja.
-¿Y cómo lo haremos?-me preguntó.
-Menos mal que erais vos el estratega-le dije. Ambos reímos.
-Por la noche será mejor-me dijo.
-Supongo que tendréis cena en grupo-le dije.
-Sí, presidiendo la mesa además-me dijo.
-Entonces deberemos esperar a la madrugada, yo os despertaré, lo único que pido a cambio es algo de comer-le dije.
-Eso está hecho-me dijo sonriendo. Me encerró de nuevo en la celda para parecer que aún eramos enemigos. Llegó la noche y se fue a cenar con el ejército. Estuvo un par de horas fuera. Volvió con un trozo de pan y algo de carne. Me transformé y lo devoré todo.
-Sois un lobo precioso-me dijo mientras comía.
-Muchas gracias, muy amable-le dije. Cuando terminé volví a ser humana y Zelgius se fue a dormir. Yo me dormí también y "programé" mi reloj interno para despertarnos a las 4 de la madrugada. Cuando me desperté abrí la celda con las llaves que me dio Zelgius y me acerqué a su cama.
-Arriba general, tenemos que irnos-le dije al oído. Zelgius se dio la vuelta y me miró. Se puso en pie y se acercó al armario donde guardó la armadura.
-Esperad, tengo otra idea para escapar-dije.
-¿No me pongo la armadura?-me preguntó.
-No, ya le diré a algún amigo que venga a por ella después-le dije.
-Solo coged vuestra espada-le dije. Zelgius fue a su cama y, de detrás de la mesilla, sacó una espada preciosa.
-¿Y cómo vamos a salir? Siempre hay guardias haciendo los turnos de vigilancia-me dijo.
-No importa, nadie cuestiona a su general ¿no?-pregunté con el plan de fuga perfecto.
-No, ¿qué tenéis pensado?-me preguntó.
-Oí, mientras cenabais, que algunos soldados me consideran "digna de una noche", así que nos aprovecharemos de mi cuerpo y de vuestro estatus-le dije sonriendo.
-Creo que ya sé por donde vais-me dijo
-Saldremos sigilosamente, pero si alguien nos descubre fingiremos que estamos a "lo nuestro", así no creo que nadie nos moleste-dije.
-Realmente sois capaz de usar vuestro cuerpo-me dijo algo sorprendido.
-No sabéis bien hasta que punto soy capaz de usarlo-dije. Ambos asomamos la cabeza por la tienda y miramos a ambos lados, no vimos a nadie así que salimos corriendo. Ambos estábamos descalzos por lo que no hacíamos mucho ruido. Llegamos cerca de un árbol y nos escondimos tras este a tiempo de que un soldado no nos viera.
-Esto es muy estresante, huyendo de mi propio campamento-dijo Zelgius en voz baja.
-Nunca se sabe cuando alguien te puede traicionar-le contesté.
-¿Por dónde vamos a escapar?-me preguntó.
-Por el norte-dije mirando la salida, la cual estaba custodiada por 4 soldados. Se veían sus antorchas en la oscuridad de la noche.
-Casi no veo nada, está demasiado oscuro-me dijo Zelgius.
-Disculpadme, con mi vista de lobo se me había olvidado que los humanos no ven bien por la noche-dije. Le miré fijamente a los ojos.
-Oculus lupi-dije en voz baja. Las pupilas de Zelgius se contrajeron como las de un lobo para poder ver en la oscuridad.
-Esto es increíble-me dijo.
-De nada-le dije. Miramos a ambos lados y continuamos corriendo. Estábamos pasando cerca de las rocas cuando la luz de un par de antorchas aparecieron de la nada.
-Nos van a coger-me dijo Zelgius.
-Ahora es el momento de mi escapatoria-dije.
-¿A qué os referís?-me dijo. Los guardias se acercaban cada vez más. Puse mi espalda contra la roca y acerqué a Zelgius a mi. Su cara quedó muy cerca de la mía.
-¿Qué queréis que haga?-me preguntó algo nervioso.
-Besadme el cuello-le dije.
-¿Cómo?-preguntó sorprendido
-Besad mi cuello Zelgius-le dije insistente. Los centinelas estaban casi a nuestro lado. Zelgius estaba demasiado sorprendido para entender mi idea, así que le cogí por el pelo con suavidad y acerqué su boca a mi cuello.
-Besadlo como si tomarais la fiebre a alguien-le dije. En ese instante Zelgius entendió mi estrategia y comenzó a besarme con ternura y delicadeza. Me abracé a él para aparentar más realismo. A los pocos segundos parecen los dos centinelas. Nos alumbraron con las antorchas y nos descubrieron en nuestro fingido momento "de intimidad".
-¡Mi general!...esto...nosotros pues...-dijo un soldado. Zelgius se separó de mi y miró a los soldados con ira y desprecio.
-¡¿Acaso no veis que estoy con la presa?!-preguntó actuando de una manera que no me imaginaba que pudiese hacer.
-Si Mi Señor, pero no esperábamos que...-dijo el otro soldado, pero Zelgius no le dejó terminar.
-¡Largaos y dejadnos en paz!-medio gritó.
-¡Si Mi General!-dijeron los dos a coro. Zelgius puso su mano derecha en mi cintura, la izquierda en mi mejilla y siguió besándome. Yo puse mi mano izquierda en su pelo y con la derecha me abracé a él. Ambos soldados se fueron corriendo. Cuando las luces de las antorchas dejaron de alumbrarnos Zelgius se separó de mi.
-Lo lamento si os he hecho daño o algo-me dijo
-No importa, habéis estado genial-le dije.
-La verdad me he puesto nervioso-me dijo rascándose la nuca. Le cogí una mano.
-No tenéis porqué-le dije con voz suave para calmarlo. Él me sonrió y salimos corriendo. Llegamos a la salida pero los guardias impedían a nadie entrar o salir. Nos escondimos tras un árbol.
-¿Cómo vamos a salir ahora?-pregunté pensativa.
-Creo que ahora soy yo el que sabe la respuesta-me dijo. Cogió una cuerda que había tirada en el suelo y me ató las manos a la espalda con cuidado de no hacerme daño.
-¿Qué tenéis pensado?-le pregunté.
-¿Qué hacen la mayoría de los hombres cuando han terminado con el botín de guerra?-me preguntó.
-Deshacerse de él-contesté, -muy ingenioso-dije sonriendo.
-Pero debemos aparentar que os he...bueno...ya sabéis qué...-me dijo. Verdaderamente se ponía nervioso con esos temas.
-Rasgad mi camiseta, dejadme marcas en el cuello y lo de las lágrimas ya me apaño yo-dije. Zelgius me rasgó con cuidado de no hacerme daño la camiseta que llevaba puesta, me besó el cuello hasta dejar marcas y me obligué a llorar. Unas cuantas lágrimas se escurrieron por mi rostro.
-Perfecto-dijo
-Ahora debéis aparentar que ya no me necesitáis y que solo queréis deshaceros de mi-dije.
-De acuerdo, disculpadme si os hago daño-me dijo. Me cogió con fuerza pero sin hacerme daño de un brazo y me arrastró hacia la barrera de guardias.
-¿Quien va?-preguntó uno. Los soldados nos alumbraron con sus antorchas.
-Mi general-dijo uno.
-Necesito salir para deshacerme de ella y que no diga nada de lo que acaba de pasar-dijo Zelgius con voz de psicópata, realmente era buen actor.
-Por favor, soltadme...-dije con voz quebrada mientras lloraba.
-¡Cállate!-me gritó sacudiéndome.
-Ahora mismo Mi Señor-dijo el soldado. Todos los soldados que vigilaban se apartaron y nos dejaron pasar. Zelgius y yo seguimos actuando un buen rato, hasta que perdimos de vista a los centinelas.
-¿Os he hecho daño?-me preguntó mientras me desataba.
-No, habéis estado genial ¿no habéis pensado en haceros actor?-pregunté secándome las lágrimas.
-No creo que sirva para eso-me dijo sonriendo. Corrimos y corrimos durante una hora y media y llegamos al portón de Kakariko. Caminamos hasta el centro del pueblo y vi a todo el grupo reunido. Zelgius se quedó un poco más para atrás para que no le atacasen. Jin se giró y me miró.
-¡Irina!-gritó. Vino corriendo a mi lado y me abrazó.
-Estoy bien, tranquilo-le dije.
-¿Qué te ha pasado?-me preguntó mirándome.
-Nada-le dije. Me levantó el cuello y vio las marcas que Zelgius me hizo.
-¡¿Te han violado?!-gritó enfadado.
-No cielo, verás es que...-dije pero Jin no me dejó terminar. Vio a Zelgius y se puso delante de mi para protegerme.
-Pagarás por lo que la has hecho-dijo con ira. Jin se lanzó a por Zelgius pero me puse entre ambos y ataqué a Jin protegiendo así a Zelgius. Le hice un barrido al bueno de Jin y le tiré al suelo. Este me miró impactado.
-Zelgius no me ha hecho daño, me ha ayudado a escapar y ahora es un aliado más-dije.
-Irina, pero es el general del ejército enemigo-me dijo Ike incrédulo
-Ya no, ahora se ha unido a nosotros para ir a Tellius y hablar con la Apóstol, así que nos acompañará en el viaje y nos ayudará a entrar con más facilidad en Begnion-dije.
-Irina, por su culpa mi hermano está en coma-dijo Micaiah. Me quedé de piedra al oírla decir eso.
-¿Cómo que en coma?-pregunté.
-Las heridas que le han hecho y las costillas rotas le han dejado muy mal herido, está en coma y Leonardo dice que no cree que sobreviva-dijo Micaiah llorado.
-Micaiah...yo...-dije.
-Lo lamento...-dijo Zelgius. Noté sinceridad en su tono de voz.
-¡Tú no lo sientes!-gritó Ike enfadado. Este se dio media vuelta y se fue al templo supuse que para ver a Sothe.
-¡Al que no le guste que Zelgius esté aquí ya puede irse por su cuenta a Tellius!-grité enfadada. Miré a Jin y a Darky.
-¿Vosotros confiáis en mi o no?-pregunté.
-Contigo hasta la muerte-me dijeron. Ambos se presentaron a Zelgius.
-Vamos a dormir un poco, estoy cansada-dije. Antes de irme al hotel me fui corriendo a la fuente y mojé mi ala herida, se curó en un instante. Los 4 nos fuimos al hotel y, como no entrábamos todos, yo dormí junto a Jin y Zelgius durmió en la cama donde yo dormía anteriormente. Zelgius era un buen aliado, de eso no tenía dudas, lo malo era que todos, a excepción de Jin y Darky, tenían sus dudas acerca de la nueva incorporación, pero yo sabía que Zelgius no era malo y que no nos haría daño, sino que nos ayudaría y protegería, ese era mi presentimiento...


4 comentarios:

  1. Valla que "ideitas" se te ocurren para escapar pero creeme hace mucho que no me reia asi!

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  2. muchas gracias, no se me ocurría otra forma de escapar y, como dice el capítulo, nadie osa desobedecer a un general así que no tendríamos problemas en escapar xD

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  3. Vaya, vaya lo que se te ocurre! Jajajaja Bueno esta bastante bien!

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