jueves, 29 de septiembre de 2011

Capítulo 31: El Chico Demoníaco

Me quedé un poco aturdida al ver como el dientes de sable salía corriendo con Devil metida en sus fauces. Era una boca gigante que usaba sus dientes como si fueran los barrotes de una prisión. Cerré los ojos con fuerza debido a un dolor de cabeza.
-Irina-Siegfried me sentó en el suelo
-Estoy bien, ¡vamos tras ese monstruo antes de que se lleve a Devil!-dije enérgicamente. Me puse en pie y corrí tras ese bicho monstruoso. Le perdí de vista al poco tiempo. Me detuve a recuperar el aliento y a aclarar las ideas.
-¿Le has encontrado?-preguntó la voz de Jin
-No, le he perdido-miré a todos lados
-¿Qué es eso de allí?-Jin señaló algo. Miré a ver y vi una especie de bola de oscuridad

-No lo sé-examiné la bola pero sin tocarla
-¿Podría ser el rastro que ha dejado el monstruo?-preguntó Darky
-Es lo más probable-comentó Soren
-Pues vamos tras ellas-decidí
Todos salimos corriendo tras esas esferas de luz oscura las cuales nos llevaron hasta la salida de la cueva. Fuimos a dar a una floresta un tanto extraña

-¿Dónde estamos?-preguntó Isma
-No tengo idea, solo Devil conoce este lugar-dije mirando el sendero
-Es la Floresta Mitis-dijo Lady
-¿Estás segura?-
-Totalmente, hice un encargo aquí hace un tiempo-
-¿Encargo?-
-Sí, ya sabes, tuve que cargarme un...-no pudo acabar, Trish le dio un codazo y la miró con dureza
-¿Matar un qué?-pregunté
-Nada-se apresuró a decir
-Lo mejor será guiarnos por el olor de Devil, tiene que oler igual que Irina ¿no?-sugirió Nailah
-Sí, es una buena idea-cedí
Nailah y Volug se transformaron en lobo y comenzaron a olisquear el suelo. Al poco rato descubrieron un rastro que, según ellos, se parecía al mío. Comenzamos a caminar tras ellos dos. Por alguna extraña razón yo no conocía mi propio olor por lo que no podría ayudar en nada
Estuvimos un rato caminando por la floresta, era un lugar misteriosamente extraño a la vez que hermoso. Llegamos a una especie de acantilado, raramente tenía fondo el cual era un prado. Todos bajamos con cautela por la rocosa pared. Tuve que ayudar a alguno con armadura, pues la movilidad con ella puesta era casi nula. Una vez estábamos todos en tierra firme nos pusimos a caminar. Me detuve al sentir algo extraño.
-¿Ocurre algo Irina?-preguntó Siegfried
-No lo sé-
Antes de que pudiese decir nada más una especie de onda expansiva de un color rojizo aleja a todo el grupo de mi lado. Me puse a correr hacia ellos pero una barrera semitransparente me cortó el paso.
-¡Irina!-Siegfried golpeó la barrera con sus manos
-Estoy bien no temas, pero esto me da mala espina-confesé mirando el prado con detenimiento. Aparentemente no había nada fuera de lo normal salvo la pared que me bloqueaba el paso
-Intentaremos romper la barrera-
-Vale, pero tened cuidado-advertí
Mientras Siegfried y compañía buscaban la manera de romper la pared, decidí ir a explorar un poco el prado. Caminé varios metros pero no había nada extraño, era una simple explanada.
De repente sentí algo bajo mis pies. Di un pequeño salto hacia atrás y clavé la mirada en el suelo. No ocurrió nada.
-¡Irina detrás de ti!-gritó la voz de Isma. Miré rápidamente a mi espalda y vi algo que me dejó perpleja. Era una especie de espantapájaros pero algo me decía que no era normal.

Di un par de pasos atrás y cogí mis armas. La batalla iba a dar comienzo. El espantapájaros me lanzó una cuchillada, pude esquivarla y contraatacar, clavé mi arma en su cabeza. Explotó en una nube negra. Me giré y vi que un grupo enorme de esos bichos me había rodeado. Me lancé al ataque. Estuve un buen rato batallando. Cada vez que me cagaba uno salía otro del suelo. Parecían setas. Llegó un momento en el que me arrinconaron contra la pared. Un par se pusieron delante de mí a lanzar una infinidad de cuchilladas al aire. Pude bloquearlas todas pero estaba con los sentidos a punto de estallar. No se turnaban para atacarme sino que venían todos al mismo tiempo a por mí. Cuando estaba bloqueando un ataque de uno de los bichos, siento como otro me ataca por la espalda. No me daría tiempo a defenderme por lo que me heriría. Me preparé para el golpe mientras me defendía de los que tenía delante. Cuando pensé que me daría en la espalda, oigo un ruido fuerte y el bicho que me atacaba por la espalda se esfumó. Al segundo, una espada envuelta en llamas aparece y aniquila a todos los espantapájaros. Una vez estaban todos muertos la espada cayó al suelo. Sentí una presencia a mi lado por lo que miré. Vi a un joven muchacho de pelo blanco y ojos azules apuntando con su pistola al aire.

Me quedé impactada un segundo, esa mirada me sonaba de algo. Guardé mis armas mientras el muchacho se acercaba a la espada. Guardó su pistola, cogió la espada y se acercó a mí.
-¿Estás bien?-preguntó.
-Sí, gracias-respondí mirándole de arriba a abajo. Llevaba una ropa muy extraña pero indudablemente estilosa.
-Me llamo Nero-sonrió
-Yo soy Irina-extendí mi mano derecha hacia él, pero no me dio la suya.
-Tengo una herida en la mano-dijo guardando su espada.
-¿Por qué me has ayudado?-pregunté
-No lo sé-contestó simplemente. En ese justo instante la barrera desapareció. Todo el grupo vino corriendo a mi lado.
-¿Estás bien Irina?-preguntó Siegfried
-Sí-respondí
-Como se parece a Dante-dijo Lady de repente
-Sí que se parece sí-comentó Trish
-¿Quién es Dante?-pregunté
-Nadie, un conocido-se apresuró a decir Lady
-¿Adónde ibais? ¿No sabéis que este lugar es peligroso?-preguntó Nero
-Nos dirigíamos hacia el Castillo Fortuna-dije
-Yo también voy hacia allí, os acompaño-anunció el joven. Nadie puso ninguna pega. Nos pusimos a caminar tras él pues parecía conocer el lugar. Me acerqué a él sigilosamente y le miré con lupa. Me di cuenta de que, en las hombreras de la gabardina, llevaba grabado el mismo símbolo que el trozo de armadura que Lady le quitó al demonio, según me contó Siegfried. Me fijé en que llevaba el brazo derecho totalmente tapado con la manga de la gabardina, lo extraño era que el otro lo llevaba al descubierto...
Caminamos hasta la plaza de una iglesia, la cual estaba claramente abandonada desde hacía mucho

-Vamos, hay que cruzarla para llegar al Castillo-dijo Nero caminando con decisión. Todos fuimos tras él. Entramos en la iglesia, nada ocurrió. Seguimos caminando hasta que salimos de ella por la parte de atrás. Me resultaba extraño que nada ni nadie nos atacase. Después de varios minutos de caminata llegamos a una plaza muy extraña con una estatua en el centro y varios caminos a seguir. Hacia el norte, el sur, el este y el oeste.
-¿Y ahora por dónde vamos?-preguntó Geoffrey
-Buena pregunta-comentó Mitsurugi
-Allí pone algo, vamos a ver-dijo Zelda. Esta se acercó a la estatua, escoltada por Link, y comenzó a leer la inscripción.
-Este es un gentil bosque, pero aquellos que mal lo traten caerán en las tinieblas. Aquellos que no deseen las tinieblas deben buscar la luz. Sino todos los esfuerzos serán en vano-leyó
-Extrañas palabras-comentó Soren
-¿Qué quieren decir?-preguntó Trish
-No tengo idea-anunció Isma
-Nero, ¿nunca has ido por aquí?-pregunté
-No, nunca-confirmó
-¿Y entonces qué?-preguntó Zelda
-Tal vez...-dijo Soren mientras caminaba hacia la estatua
-¿Tal vez qué?-se impacientó Ike
-Si lo que hay que buscar es la luz, evitemos las sombras-
-No entiendo-
-Ya lo cojo, es una buena idea-comenté
-¿Alguien puede explicárnoslo a nosotros, los mortales?-preguntó Jin sarcástico
-¿Veis como el sol golpea la estatua? Proyecta una sombra, la cual debemos evitar, por lo que hay que seguir el camino de luz opuesto-explicó
-Como si me hubiese hablado en laguz-dijo Shinon
-Sigamos el camino opuesto por el que se proyecta la sombra, así "buscaremos" la luz-aclaré
-Al fin alguien que entiende el idioma humano-se burló Geoffrey con una sonrisa
-Vamos, no debemos perder tiempo-caminé hacia el "lado de luz". Todos me siguieron. Al cruzar el camino aparecimos frente a otra estatua. Tenía el mismo mecanismo así que no perdimos tiempo.
Después de repetir el "juego" tres veces más, aparecimos en una gran explanada. Era muy espaciosa, por lo que me recordó a un ring de combate. Un escalofrío recorrió mi cuerpo inexplicablemente. Me fijé en que, enfrente de nosotros, al final del prado, había una puerta gigante, hecha de piedra. No sé por qué pero mi instinto de lobo se puso alerta. Di un paso al frente y miré al cielo. Vi algo extraño volando. Cuando me di cuenta esa cosa estaba a nuestro lado.

-Es una serpiente-me impacté
-Habrá que ocuparse de ella-Siegfried puso su mano sobre la empuñadura de su espada.
-¡No!-cortó Nero de repente
-¿Como que no?-
-Esta pelea es mía-se adelantó a nosotros y desenvainó su arma.
-¿Estás seguro?-insistí
-Totalmente-
No hubo más palabras, se puso a pelear contra la serpiente gigante. Portaba una espada con un mango que se giraba, como el de una moto y el filo se impregnaba con algo que hacía más daño. También usaba una pistola de doble cañón, algo que me llamó mucho la atención.
Al cabo de un rato de lucha, comencé a sentirme mareada. El pecho empezó a dolerme y el aire me faltaba. Caí de rodillas agotada.
-¡Irina!-Siegfried se arrodilló a mi lado-¿qué te ocurre?-me agarró
-No...lo sé-dije agotada. Siegfried se sentó en el suelo y yo me apoyé en él. Cerré los ojos pues me pesaban mucho los párpados. Veía oscuridad pero, al segundo, tuve una visión. Vi a un hombre mayor mirándome y riendo, sentí como alguien me cogía la mano derecha, no sabía por qué pero me sentí bien al tocar su piel.
Abrí los ojos al escuchar el desgarrador grito de una mujer, me incorporé de golpe y vi que Nero tenía a la serpiente agarrada con su mano derecha, la cual era...demoníaca.

Me quedé de piedra al ver la verdadera naturaleza de Nero, era un demonio. Me puse en pie y le miré fijamente, él se quedó lejos de nosotros.
-Así que eres un demonio-susurró Trish. Esta sacó un par de pistolas y apuntó a Nero con ellas. Lady hizo igual. Nero, al sentirse amenazado, sacó su pistola de doble cañón y apuntó a ambas con ella.
-¡Alto!-dije poniéndome entre los tres.
-¿Qué haces Irina? Nero es un ser malvado-intentó convencerme Siegfried
-No, no lo es-
-No entiendo, si es un demonio...-
-Hay algo en su interior que me hace sentir segura, no me inspira temor sino confianza-expliqué intentando aplacar la acalorada situación del momento.
-¿Cómo sientes eso?-preguntó Lady
-Soy la Diosa de la Guerra, mi cometido es guerrear y para ello debo conocer los sentimientos y las intenciones de mi enemigo y nada mejor que adentrarse en su corazón y leerlo-
Ambas mujeres, al escuchar mis palabras, bajaron las armas. Nero hizo igual y se acercó a mí.
-Te lo agradezco-dijo cabizbajo
-No temas pero siento que algo no va bien, ¿tienes algún problema?-me giré para verle
-No...bueno sí pero...-
-No tienes por qué contármelo si no quieres-sonreí
-Gracias de nuevo-se miró el brazo.
-No hay problema-sonreí
-Estoy agotado-confesó Zelgius
-Paremos a descansar un poco, hay muchos árboles por lo que hay sitio a la sombra-.
Todos nos sentamos en las sombras de los árboles, comimos algunos frutos silvestres y estuvimos hablando un poco.
-¿Me dejas ver tu brazo?-pregunté a Nero. Este no dijo nada solo extendió su mano derecha. Era muy luminosa, hermosa e imponente. La toqué con la yema de los dedos y sentí su poder. Era un poder aún por descubrir. Le cogí la mano y la examiné de cerca. Era algo que jamás había visto.
-Me gusta-sonreí
-¿Cómo que te gusta?-se sorprendió Nero
-No lo sé, sencillamente me gusta, además te queda muy bien-me burlé
-Gracias-dijo con una sonrisa. Le devolví el brazo después de examinarlo durante un buen rato.
-Irina, ¿por qué caíste de rodillas antes?-preguntó Siegfried, el cual estaba sentado a mi espalda, yo apoyada en él.
-Me sentí débil y agotada, me faltaba el aire y me dolía la cabeza, cerré los ojos y...-me detuve
-¿Y?-preguntó Jin impaciente
-Vi algo, era un hombre mayor de pelo blanco, me miraba y se reía a carcajada limpia-
-Vaya visión más rara-comentó Isma
-Lo más extraño es que luego sentí como alguien me cogía la mano derecha-
-¿Y qué tiene de extraño?-se interesó Darky
-Que me sentí bien, segura al tocarle-confesé
-¿Sentiste o viste algo más?-
-No-
-Entonces no tengo idea de que puede ser-anunció Soren
-Da igual, tampoco me voy a quebrar la cabeza por ello-me puse en pie.
-¿Adónde vas?-preguntó Siegfried
-Deberíamos continuar, ¿podrías llevarnos hasta el Castillo Fortuna?-miré a Nero. Este se puso en pie.
-Claro, seguidme-comenzó a caminar y yo tras él.
Terminamos de atravesar la maldita floresta, estaba hasta las narices de tanto verde y mira que me gustaba el campo. Al salir del laberinto llegamos al Castillo Fortuna, caminamos hasta sus puertas. Eran enormes y aparentemente indestructibles.
En ese instante sentí algo dentro de mí y ese algo me decía que Devil corría un grave peligro al igual que todos nosotros...